Teresa acababa de llegar de su estancia en Argentina, donde asistió a una Feria del Libro, y de su periplo por Uruguay cuando en la quietud del hogar, en los altos del santiaguero reparto 30 de Noviembre, escribió un texto de ocasión, que tituló Fulgores y amaneceres. Expresó así sus sentimientos, trasmitidos a los asistentes a aquella primera jornada del festejo literario, que ahora reproducimos textualmente:
“´El hombre inventó el libro para salvar su mala memoria´, nos dejó escrito en un libro Marino Wilson Jay, el memorioso.
“En abril de 2019, fecha de la Feria última que realizara Santiago de Cuba, todavía Marino, y Marta Rojas, Roberto Fernández Retamar, Pablo Armando Fernández, César López, Sigfredo Ariel, Ambrosio Fornet, Enrique Saínz… caminaban las calles de nuestras ciudades, y los lienzos empedrados o suaves de los encuentros y los abrazos. La pandemia, y otros abismos, quisieron dejar en blanco sus espacios, pero ahora, nuevamente, estamos juntos, y tratamos de evadir los peligros de la desmemoria con páginas de libros, de sus libros.
“A ellos, y a los que no nombro o no sabemos siquiera, solo puedo decir la palabra que creo más hermosa en todas las lenguas: GRACIAS, por haber estado y habernos puesto a vivir, salvándonos, dentro de los libros; una manera también de sabernos. Gracias por darnos la memoria.
“He vivido este país y esta ciudad como una casa líquida en un mundo que cambió y continúa haciéndolo, pero no estoy sola en esa casa. Es casi un imperativo del pensamiento responsable, que sigamos enseñando qué es el libro; qué nos ofrece cuando lo abrimos y leemos, y cuánto hay que proteger ese objeto frágil materialmente, que en otras realidades compite en los supermercados con las revistas de modas, o incluso en ese mundo virtual ya inevitable entre videojuegos y mentiras, que persigue, ante otros cauces del conocimiento, igualar en chatura las preguntas que podamos hacernos sobre ese mundo nuestro.
“La maravillosa gente del Libro (y ahora lo nombro como institución) merece a todos los niveles el más grande respeto y gratitud. Con más sueños que materia, todos los días, incluso en los amargos del aislamiento (por la Covid-19), mantuvo circulando la palabra, como ahora aquí, y en toda nuestra geografía, ha sido capaz de soñar y hacer la Feria. Hermoso símbolo de resistencia. Nadie puede arrebatarnos ese sueño creador. “Agradecimiento también merecen todos los que han hecho posible los libros y la Feria: desde la presidencia de Cuba hasta la industria, pues en esta crisis global, apostar aún por compartir el valor de la palabra escrita merece reverencia.
“Gracias en todas las lenguas, incluso en aquellas que solo lo expresan con un gesto. Gracias, escritores, lectores, ciudad, país, gente. Marino Wilson también nos dijo en un libro: ´Somos porque guardamos el fulgor y el amanecer´. Bienvenidos a Santiago de Cuba, la infatigable. Sea la Feria del Libro!”
