Luego de varios cursos logró categorizarse como mecánico A en 1990 y desde entonces adquirió fama por asumir los trabajos más difíciles en cualquiera de las áreas.
Desde 1976 hasta la fecha cumplió misiones internacionalistas en Nicaragua, Haití y Venezuela, laboró en las principales CTE del país, entre las que destacan Mariel, Santa Cruz, Antonio Guiteras y domina cada espacio de Renté, significó.
Ramos posee una gran labor en la formación de los nuevos mecánicos a quienes les aporta su entrega, amor, interés y consagración para mantener los equipos en condiciones óptimas para la generación energética.
Sin embargo, la carencia de recursos materiales como tuberías y planchas golpea constantemente su desempeño y el de sus compañeros de modo que en la mayoría de las ocasiones solo pueden remendarse, señaló.
Los pupilos de este hombre incansable se refieren a él como una escuela de disciplina y laboriosidad y asumen su método de trabajo constante y dedicado.
Es una labor difícil, los gases y otras condiciones resultan desgastantes y provocan ronquera y enfermedades respiratorias, mucho más con el petróleo crudo cubano que dificulta el lavado de las unidades, por el hollín y el alto contenido de azufre, comentó el mecánico.
Vecino de la comunidad de Caracoles, en el litoral de la Ciudad Héroe, Agustín Ramos va y viene en bicicleta cada día desde su casa hasta Renté, alrededor de ocho kilómetros de terraplén, después de jornadas intensas en la solución de averías y en la arrancada de la planta.
Mencionó que se encuentra en edad de jubilación y aunque se siente fuerte, considera demasiado el tiempo transcurrido lejos de su familia y dará paso a los jóvenes.
El llamado tren del mantenimiento de la CTE Antonio Maceo, dejará su legado en las nuevas generaciones de mecánicos y eléctricos, pero su experiencia y conocimientos, mientras respire y tenga fuerzas, seguirán al servicio de la termoeléctrica de Santiago de Cuba.