Emilio Yamil Rubio, es padre de tres fuertes muchachos, Brayan Rubio Hernández, el menor de ellos, supuso un desafío en su misión de padre, y Julio Barroso Hernández (Julito) es su hijo de corazón, pues “no lleva mi sangre”-comentó-, mientras mostraba el álbum de fotos de sus pequeños, que aunque de edad no lo sean, él siempre los nombrará así. En el homenaje diario a estas personas irremplazables de nuestras vidas, Sierra Maestra cuenta la historia de uno de ellos.

Es mi hijo de corazón

- ¿Cómo llegó Julito a su vida?

“Al ser muy joven comienzo una relación con su mamá, quien es mi actual esposa; tenía apenas un año, y cuando lo sostuve entre mis brazos entendí que iba a desempeñar un papel imprescindible en su vida, y él en la mía, como un guía durante su proceso de crecimiento”.

- ¿Qué experimentaste al tener la responsabilidad de guiarlo, darle amor y educarlo?

“Desde ese momento comencé a sentirme como el formador de un niño que ve en mí un ejemplo a seguir durante su desarrollo como persona; conocí lo que es sentirse padre, supe lo que es un amor recíproco que nació paulatinamente. Guardé por siempre en mi corazón esa emoción incondicional que se manifiesta al ser importante para un pequeño.

“No importa que no lleve mi sangre, me cambió la vida, trajo la alegría y la vitalidad que necesitaba mi hogar, es el aire fresco que faltaba en la familia. Darle amor, seguridad y confianza es mi misión en sus días. Le he enseñado mucho y él a mí; eso vale más que la genética”, compartió con nosotros, mientras una lágrima era cómplice de la conversación.

Un papá tiene mucho de mamá…

Avanzaban las horas y nuestra plática permitió que Emilio contara otra de sus historias, pero ahora con otro protagonista, Brayan Rubio, su hijo menor. Cuando la felicidad parecía no poder aumentar, llegó aquel niño para demostrar que nunca es tarde si la dicha es buena.

- ¿Cómo fueron los primeros días del nacimiento de Brayan?

“Los recuerdo como si fuera hoy, en la vida existen momentos inolvidables que quedan guardados para siempre, y este es uno de ellos. Su madre producto a una sepsis post-operatoria de la cesárea estaba hospitalizada, mientras que el niño estaba de alta médica, y me tocó llevarlo a casa.

“La primera noche fue la más difícil, sus llantos incesantes me apretaban el pecho, no sabía qué hacer. En varias ocasiones miraba al cielo suplicando ayuda ante esta situación, y felizmente me percaté que estaba hambriento. A partir de ahí ya supe como arreglármelas. Esto me marcó como padre y lo guardo como una de las mejores semanas de mi vida”.

- ¿Qué es ser papá para usted?

“El ser padre puede ser una tarea muy difícil para algunos, que muchas veces se rinden y olvidan esa responsabilidad. Cualquier hombre puede traer un niño al mundo, pero la paternidad indica más que eso, implica más que trabajar para llevar el alimento al hogar, puesto que es un deber.

“Pero sin afecto y otras atenciones se vería totalmente ausente. Un padre no tiene por qué golpear a un hijo cuando hace algo incorrecto, porque siempre hay una mejor opción que es la comunicación. He comprendido que mis hijos son lo mejor que me pudo haber pasado. Bendiciones que te llenarán de alegría cuando te dicen: te quiero mucho”.

Esta entrevista demuestra que para ser papá no importa la sangre, sino la voluntad y los deseos de hacerlo. Llegue el homenaje a todos los papás que también viven su historia, que cambian pañales, y juegan en la vida el papel de rey, porque con amor, comprensión y mucha entrega, hacen de la existencia de sus hijos el mejor de los reinos.