Santiago de Cuba,

Mujeres, dueñas del mar

19 August 2022 Escrito por  Texto y foto: Yanet Alina Camejo Fernández

Creí que a pescar solo iban los hombres, que era una actividad de temple, valentía, fuerza… pero historias como la de Yarisel Martínez González y Bertha González demuestra que para las mujeres no hay nada imposible. Ellas se ponen los pantalones, camisa de mangas largas, sombrero y dedal en manos y salen a conquistar el gigante azul, como le enseñaron sus abuelos y padres.

La primera tiene 35 años es oriunda de la comunidad Aserradero, municipio de Guamá, donde se encuentra ubicada una base de pesca deportiva con alrededor de 18 embarcaciones y 50 integrantes, en su gran mayoría hombres. Al frente y como presidenta de la cooperativa Yarisel con su juventud, belleza, dulzura, firmeza e inteligencia.

La pasión por el mar, le vino desde pequeña, por tradición familiar cuando con apenas cuatro años se montaba en el bote y chalana de su abuelo y lo acompañaba en esta aventura, porque la pesca siempre ha sido la principal vía de subsistencia económica de los habitantes de la costa.

Yarisel vive prácticamente frente al mar en Aserradero, es propietaria de un bote y sale a pescar, cada vez que se lo planifica. ¿Cómo un hombre normal? -pregunto ante mi asombro-. “Sííí. A nosotras las mujeres no hay nada que nos impida, dijo rotundamente.

“Mi esposo es director de una secundaria básica pero también pesca, nos vamos juntos; soy nacida y criada aquí de toda la vida, mis abuelos pescaban, mis primos, mis tíos. Soy licenciada en turismo, pero la pesca siempre me ha atraído, porque además es el medio donde me he visto envuelta, mi mamá en estos momentos es la representante de la pesca comercial privada acá.

“Este es mi mundo. Salir a pescar es algo muy impresionante porque uno se encuentra con un ecosistema maravilloso, lleno de belleza y diversidad de especies marinas. Son experiencias muy bonitas, aunque he pasado por situaciones difíciles con mal tiempo en que he pensado: ya aquí pierdo la vida, pero he ido con personas que me dan ánimo, con mucha más experiencia que uno y afortunadamente hemos salido ilesos y regresamos a puerto seguro.

“No hay nada más reconfortante que poder llegar a casa al menos con un buen ejemplar para cenar o poder ayudar a una persona que lo necesita. Además el hecho de vivir esa experiencia, de sentir el pez cuando pica, que no sabe si se va o viene, es muy lindo. El mar es muy relajante, prefiero estar en este, alejado de los problemas de la tierra, porque da paz, tranquilidad, para mí es el paraíso. Siempre que la naturaleza lo permita, seguiré pescando porque para los pescadores no hay placer más grande”, destacó.

Base de pesca Aserradero

Las mujeres estamos probadas y dicen que como jefas son más eficientes que muchos hombres, por eso el colectivo de pescadores de la base de Aserradero eligió a Yarisel como su guía, líder, al igual que Bertha, máxima representante por la parte estatal.

Perteneciente a la UEB de Punta Gorda, adscripta a la Empresa Pescasan Santiago de Cuba, la base cuenta con 18 embarcaciones y más de 50 asociados a la actividad pesca comercial privada. La mayoría son particulares y tienen dos licencias la deportiva- recreativa, que le permite quedarse con parte de la colecta, y la otra es la comercial privada, que es el que se entrega a la base de pesca, y por mediación de esta es entregada a Pescasan.

Bertha Nidia González Salgado, controladora facturadora de la UEB y madre de Yarisel, comenta que además de la entrega a la entidad, se atiende a través del consejo de defensa de zona de la comunidad a personas vulnerables como son casos sociales, embarazadas, casos con covid y dengue y familias numerosas. Es un programa priorizado, que se hacía antes de la pandemia y se ha reforzado ahora con el momento que vive el país.

“En la actualidad esta actividad se comporta regularmente, no hay tantos pescados como en otras zonas dígase Camagüey y Cabo Cruz; pero tenemos temporadas buenas como la de ahora, por ejemplo está corriendo la Cojinúa o Sibi, como se le conoce. La principal forma de pesca que realizamos es la del palangre a la deriva, que consiste en kilómetros de cordel donde se le pone varios anzuelos con carnada, explicó Bertha.

Los pescadores cuando salen tienen un límite establecido de lo que pueden pescar, hasta tres millas. Aquí lo que más se coge es la Aguja, Castero, Emperador y Dorado.

“Aquí hemos vivido experiencias buenas y malas, hemos tenido caso de pescadores que han salido, se les ha roto la embarcación y han quedado a la deriva, y se ha ido a buscar a millas, incluso de las que están establecidas. Para la seguridad de los pescadores se han implantado medidas que son de estricto cumplimiento, por ejemplo cuando se sale a pescar es obligatorio tener en celular a bordo, señales para hacer cuando exista una emergencia marítima, se ha profundizado utilizar el número 107, que es la línea para situaciones en el mar. Ahora hay mucho más condiciones”, puntualizó, Bertha.

Dicen que las mejores historias son contadas entre los pescadores y yo diría, y sin son mujeres mejor, porque a las féminas no se le va una y no hay oficio que las detenga. Qué, ¿hay que pescar? ¡Pues para el mar nos vamos! Y así hacen esta madre e hija, porque en Aserradero y en el mar ellas son las dueñas.

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