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Mejores personas desde la infancia

19 September 2022 Escrito por 
Tomadas de Internet

Alba es una niña muy activa, parece que no le teme a nada porque de sus manitas no escapa una abeja, un cocuyo, una rana… los manipula con mucho cuidado para no dañarlos; mas no pierde la ocasión de atrapar cuanto bicho esté cerca de ella.

Le gustan los retos: una carrera con los niños del barrio; trepar a un árbol, colgarse de una portería de fútbol... No conoce más límites que los que va descubriendo con sus travesuras cotidianas. Por eso la niña no se ajusta al molde de la tradición y la madre percibe las indirectas de las vecinas cuando regañan a otras por intentar apenas alguna de las andanzas de la pequeña. “Pareces marimacha”, le gritan desde algún balcón a la amiguita que se atreve a imitar a Alba; entonces no hay dudas, en realidad la reprimenda es para la familia que aprueba tales “desatinos”.

Mientras otros mascullan sus ideas sobre lo que debe y no debe hacer una niña, la nena de siete años es una personita muy segura de sí; amable, alegre, cariñosa, capaz de expresar sus emociones y ponerse en el lugar del otro; alguien que pregunta sin miedo sobre cualquier asunto, a pesar de que nunca falta quien le diga que es mala la curiosidad.

Ella ama a sus muñecas, las llama hijas y abraza para dormir a la preferida. La “hijita de plástico” participa en todo lo que hace la madrecita de primer grado: sentada sobre la mesa, acompaña a la pequeña mientras hace la tarea, comen juntas por esas maravillas de la imaginación, y se van al baño para lavar bien los dientes antes de acostarse.

Alba no excluye, y por suerte aún sus amigos tampoco: al balcón vienen niñas y niños, invitados a la fiesta que comienza cuando en un par de sacudidas logran vaciar los dos bolsos de juguetes rotos que ella cuida como un tesoro. Entonces todo es posible: los muñecos serán los alumnos de una escuela, o los bebés de una familia en la que padres, madres, tíos, y tías tienen responsabilidades.

Cada quien busca su rol en las historias que van tejiendo con una lógica simple y funcional, en la que pensar en el bien del otro (aunque sea de peluche), propicia un ambiente de alegría y amistad extraordinariamente sano.

Pero eso tampoco es lo que algunos adultos esperan de los niños… “donde tienen que estar es con los otros varones, las muñecas son de hembras”, advierte preocupada alguna abuela. Y es que todavía se piensa en los juegos como actividades privativas de un sexo y denigrantes para el opuesto… y en ese sentido, determinados juguetes resultan una especie de guía para ayudar a las niñas a aprender labores femeninas y a los niños, labores masculinas, según la tradición.

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Pero, ¿qué dice la ciencia sobre los juegos infantiles?

Lamentablemente, los mitos sobre feminidad y masculinidad persisten en muchas familias que, sin proponérselo, limitan las posibilidades de desarrollo de los más pequeños.

Por ejemplo, sobre los juegos donde predomina la actividad física vigorosa, los expertos señalan que además de beneficiar la salud de los infantes, mejora el estado emocional. Para las niñas y los niños es fundamental porque usan su energía, desarrollan habilidades motoras y mejoran la socialización, la conciencia personal, el lenguaje, la creatividad y la resolución de problemas.

Cada vez son más frecuentes las investigaciones y publicaciones sobre los beneficios de los juegos, independientemente del sexo de quienes los practiquen.

En 2020, la revista científica Frontiers of Neuroscience publicó un estudio de la Universidad de Cardiff (Reino Unido) que demostró la importancia del juego con muñecas para potenciar la empatía, o sea, la comprensión y la simpatía hacia los demás, vital para la interacción social a lo largo de la vida.

La investigación incluyó a menores de uno y otro sexo y estableció que las bondades de este juguete son mayores entre los cuatro y los ocho años de edad; por lo que niñas y niños deberían jugar con muñecas por igual. Pero ¿cuántas madres y padres pondrían muñecas en los brazos de sus hijos varones?

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Jugar con muñecas requiere mucha imaginación: construir un mundo social propio con disímiles situaciones, en las que afloran necesariamente la ternura, los cuidados, la creatividad y los aprendizajes para buscar soluciones. Esta actividad propicia que los niños expresen sus sentimientos y emociones, a la vez que favorece la comunicación y el lenguaje.

Se requiere información y sobre todo valor para despojarse de ideas basadas en el desconocimiento. Las divisiones sexistas en el juego no determinan la orientación sexual ni la identidad de género que tendrán los niños y las niñas en la adultez. Más bien reducen sus posibilidades de desarrollo.

Fomentar la capacidad de cuidar, comprender, ayudar y respetar a los demás como iguales, es tan importante como favorecer su salud y sus destrezas físicas. Mediante el juego también podemos preparar a nuestros hijos e hijas para ser mejores personas desde la infancia.

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Indira Ferrer Alonso

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