Y es que el mes primaveral, es en el calendario cubano de los más esperados, y su primera lluvia, en la tarde, nos "limpió" y "purificó", porque atrae la buena suerte, así lo anuncian los más ancianos.
Mientras esperaba el escampón con desespero, por no llegar tarde al cine; los seguidores de este ritual, disfrutaban felices de un baño, algunos descalzos y corriendo, otros con prisa, pero sin perder la fé.
También están quienes, recogen el agua que cae del cielo en palanganas, cubos, tanques y otros recipientes, para acumularla; porque por tradición es una lluvia bendecida.
A mi alrededor, entre el murmullo, se escuchaba decir: "agüita para que crezcan los mangos y florezcan los árboles" y se hacía alusión a creencias relacionadas con las propiedades que se le atribuyen, como no dejar de tomar un traguito de la primera agua de mayo, porque ayuda a quitar malestares estomacales, eliminar parásitos, y es buena para el crecimiento de los niños, rejuvenecimiento y fortalecer el cabello.
El esperado chaparrón, que el sol no detuvo, aún cuando se abrió paso, varias veces entre las nubes; alivió el calor, bendijo los cultivos y le regaló a Santiago, un poco de ese verdor que ansiaba hace tiempo.