Santiago de Cuba,

Sempiterno: Tres Testimonios de los Colaboradores

31 May 2023 Escrito por  Ana María Lora Sosa

Tras recientemente cumplirse el 60 Aniversario de haber iniciado en Cuba las Misiones de Médicos Internacionalistas, tres trabajadores del sector dieron sus testimonios a Sierra Maestra, en el que exponen sus experiencias y opiniones, durante el cumplimiento de esta noble labor, son sus palabras perdurables en sus memorias y en los agradecimientos que trascienden generaciones.

Dos Patrias y una sacudida

“Mi nombre es Victoria Frómeta Ríos, Especialista en Cirugía Vascular y Jefa en el servicio de Angiología del Hospital Provincial Saturnino Lora, estuve en dos países muy distintos, cumpliendo misión internacionalista.

Primero en la que considero mi segunda Patria, Guyana, allí estuve en 2009, más de dos años, al frente de la provincia Berbice, un lugar donde muchas calles no tienen alcantarillado y el agua residual, fluye por un declive que le llaman ‘trinche’. Es una zona sin grandes edificaciones, donde casas muy bonitas se combinan con otras muy deprimidas.

Lo llamo mi segundo lugar, aprendí a sentirme parte, con sus tradiciones, una de las que practiqué, era comer con las manos en ocasión de eventos festivos.

Cuando supe que ese era el destino, comencé a buscar información sobre la zona y las enfermedades. Me asusté mucho, supe de la presencia de las serpientes y aunque nunca convivieron cerca de mí, sino en la rural; pude verlas de lejos.

20230519 101510 copy 2016x1512Era común ver cocodrilos, incluso los crían, es una carne que consideran muy buena y hasta nos regalaban colas de cocodrilo para comer, aunque es un animal que no me agrada y  nunca lo probé.

La variada gastronomía de Guyana es producto de la convivencia de muchas religiones y la emigración hace que también, en cada esquina hayan al menos dos establecimientos chinos, con venta de arroz frito y comida asiática, a su vez utilizan el picante para acompañar la mayoría de los otros platos.

Al principio me era difícil el inglés, pero poco a poco me fui adaptando. Mi método de autopreparación me hizo buscar cursos en Internet;  mis compañeros se reían porque busqué ingles desde 0 y en el video dibujan una casita roja y  ponían ‘the red house’, pero si no fuese por esa entrega no hubiese podido entrenar a otros colegas que lo necesitaban. A veces no entendíamos la forma de decirlo, porque su inglés es diferente y muchas frases, al igual que el español, son propias del lugar. Yo escuchaba y dirigía el interrogatorio a donde yo creía, eso me dió buenos resultados, así que el idioma, nunca fue algo que frenó el proceso de comunicación.

Fue una experiencia grata con una población noble, existe mucho estigma al personal cubano. Recuerdo un paciente portador de una ‘gangrena gaseosa’ y no se podía enviar a otro centro ni operar allí, por el grado de contaminación;  felizmente se pudo resolver.

Mi recuerdo más grato es aquel momento en el que tuve la oportunidad de conocer al presidente de Guyana en aquel momento, Bharrat Jagdeo. La primera vez que lo había visto, fue cuando se inauguraba el primer Centro de Oftalmología de Latinoamérica. Más adelante en una visita que hizo a la localidad, cuando hacía su recorrido, me identificó como médico cubana entre el grupo, me saludó y me abrazó. El guyanés no besa, y menos que una mujer bese a un hombre, no se ve bien, no son como nosotros los cubanos, que sí tenemos esa costumbre.

Mi segunda misión internacionalista fue a Ecuador, en 2015, donde me desempeñé como cirujana vascular atendiendo el pie diabético, específicamente los tratamientos con el Heberprot-P, en la provincia de Santo Domingo, de las más jóvenes edificadas, donde la mayor parte de la población era india, los tsachila. Mi consulta, era en un Hospital de Seguro Social, la compartía con una enfermera y una promotora, este es un logro que Cuba conquistó y que hasta los no diabéticos querían el tratamiento, todos los especialistas respetaban y conocían del resultado positivo que podían obtenerse.

De Ecuador me gustaba mucho el clima, porque era muy agradable, a veces sentía calor y cuando miraba la aplicación de la temperatura marcaba 20 grados. Sus culturas son regionales y cada región defiende sus raíces, era común ver a los jóvenes buscar canciones típicas, allí hice amistades que aún mantengo y a las que enseñé nuestras comidas, un intercambio que se volvió muy rico y del que se cosechan éxitos, los cubanos trabajamos y nos destacamos incluso voluntariamente.

Hay un día que nunca olvido, nunca recuerdo la fecha de mis seres más allegados, pero ese sábado 16 de abril del 2016, se quedó en mí. Empezaban los eventos deportivos de base, en el hospital se iban a realizar encuentros de fútbol, al terminar hicimos las compras de la semana, mis compañeros de convivencia estaban de vacaciones en Cuba, cuando entré al cuarto, sentí unos movimientos extraños, en Santiago les temo, aunque estoy más acostumbrada; pero esto se incrementaba mucho más, para mi esos 57 segundos fueron interminables. Aquel terremoto de 7,8 (escala Richter), sacudió todo Ecuador. Nunca alcancé escuchar cuando gritaban ¡La doctora Viki está ahí! ¡La doctora Viki está ahí! Busqué la mejor posición para protegerme, acabó el evento, bajé con desespero, pero demostré una tranquilidad imperturbable y les di ánimo.

La brigada, estaba triste, habíamos perdido tres colaboradores en el terremoto. Fue desastroso, hubo muchas réplicas que se mantuvieron, incluso meses. Las imágenes en el televisor eran dolorosas, edificios derrumbados, el presiente Rafael Correa, lloraba ante la desgracia, apenas podía hablar. Lo vivimos y ahora que lo cuento, voy rememorando. El domingo, llegamos al hospital, fue penoso ver el cuerpo de guardia y las camillas llenas, en el suelo pacientes traumatizados y sin vida, familias enteras murieron.

Nuestra vida se volvió tensa, todo el tiempo con lo básico cerca de la puerta por si había alguna emergencia. La jefatura de la misión, mandó psicólogos para evaluarnos, porque algunos compañeros tenían comportamientos no habituales, como bañarse con ropa. A mí me afectó, aunque no necesité de tratamiento; ellos lo llamaban mi ritual para lavarme el cabello: primero me lavaba el cabello en un lavadero y luego me bañaba, para tener menos tiempo de baño.

Esos años son especiales para mí, hoy me desempeño aquí, feliz de atender a nuestro pueblo a cada día sentirse mejor, promover la salud y seguir haciendo el bien y ayudando a quienes lo necesiten”.

¡Cubano! ¡Cubano!

20230519 105134 copy 2016x1512“Soy el especialista en Medicina General Integral y Jefe del Servicio de Gastroenterología, Jesús Díaz, llegué en 2003 y estuve seis años en la República Bolivariana de Venezuela, en plena vida del comandante Hugo Chávez.

Conservo aquella alegría de haber inaugurado dos centros de alta tecnología, iniciar la docencia para médicos cubanos desde allí, 17 residentes cubanos terminaron su especialidad, de ellos alrededor de ocho eran santiagueros y se les impartieron cursos de endoscopía superior.

Bergantín, hace referencia a una embarcación y es una pequeña zona en el estado de Anzoátegui, en el noreste de Venezuela, es muy bonito, hace poco supe de él a través de las redes sociales; la gente allá me recuerda a la población rural de Cuba, muy nobles.

Allí trabajamos, mi compañero René y yo atendíamos todo, en el núcleo de atención primaria como médicos de las familias. Al principio había sus dudas, que si éramos militares o paramédicos, ‘los supuestos médicos’ decían, pero se nos iban llenando las consultas.

Las problemáticas eran de medicina general similares a las de acá, hipertensión arterial, diabetes mellitus, infecciones respiratorias y otras desconocidas en nuestro entorno como  las de Chagas, sobre ellas investigamos y hasta las llevamos a eventos.

Aún no era universal la medicina allí, así que no tenían un tratamiento establecido es por eso que se complicaban temprano, fallecían jóvenes, el panorama fue mejorando, educábamos y les administrábamos los medicamentos.

Llegó un momento que nadie iba a los centros con los médicos venezolanos llamados medicaturas, todos iban con los cubanos, hasta los que no estaban con el proceso bolivariano hicieron una relación con nosotros impresionante.

Incluso, se fueron enterando que yo era gastroenterólogo y comenzaron a llegar casos interesantes con patologías propias de la especialidad, incluso remisiones de otras zonas.

20230519 105112 copy 2016x1512Parte de los problemas tenían que ver con la cultura y la economía, que poco a poco se les dió seguimiento, el ingerir agua mal tratada de los ríos, el fecalismo al aire libre, la desnutrición en niños, que se iban para la escuela sin comer o comían una vez al día, daba como resultado muchos parásitos como Giardia, Oxiuros y Ácaros.

Fui  partícipe de la misión milagro y en los centros tecnológicos, desde mi trabajo junto a los médicos venezolanos pesquisando y transportando a los enfermos, pude ver tomógrafos, resonadores, mamógrafos y muchos equipos de última generación, esto tuvo un impacto importante en la población, mucha gente manifestaba que podían pagar los procederes, pero que llegaban hasta aquí porque sabían que no los íbamos a engañar.

Gritaban ¡cubano! ¡cubano! El amor de los niños y los ancianos que decían: quién iba a pensar que a mi casa iba a venir un médico, nos llenaba de orgullo, ya hasta querían visitar el caimán.

Recuerdo una familia antichavista, una muchacha había estado buscando un médico por una situación de salud de su mamá y me encontraron, una vez la remití al hospital porque habían más posibilidades, me dijo: no la voy a llevar, un tiempo después cuando las elecciones revocatorias del mandato del presidente, nos volvimos a ver entonces su actitud fue: No voy a votar en contra de Chávez porque la vida de mi mamá se la debo a la misión de médicos cubanos.

Ese es el mejor amigo de nuestro país, estuve cerca de él en un Fórum Social Mundial, fue emocionante escuchar sus programas y ver toda la disposición de escuchar las sugerencias, en función de mejorar la salud del pueblo. Seguiremos siendo hermanos y apoyando al querido pueblo de Venezuela, a ellos los llevo en el pecho”.

Muchas son las anécdotas que perduran en quienes han sido y son banderas de la solidaridad y el humanismo. Merecen ser contadas, merece ser reconocida la sensibilidad que caracteriza a los profesionales del país, quienes ponen sus conocimientos y corazón para curar a los más desprotegidos.

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