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El amor y la fuerza de un país

13 August 2022 Escrito por  M.Sc. Milagros Alonso Pérez
Foto: Tomada de Cubadebate

A las 7 de la noche del día 5 de agosto el tiempo se detuvo para millones de corazones de Cuba y el mundo. El incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas caló en la memoria de todos, al ver cómo hombres y mujeres luchaban contra las llamas que ponían en riesgo los tanques de miles de metros cúbicos de capacidad, generando el mayor siniestro conocido en la historia de la nación.

La angustia ante la incertidumbre y el dolor por los desaparecidos y lesionados, la confianza por saber que bomberos, rescatistas y fuerzas especializadas de todas las generaciones y localidades de la Mayor de las Antillas, hacían cuanto podían por sofocar las llamas; son sentimientos que estuvieron acompañados por el amor y la solidaridad.

Desde entonces, las máximas autoridades de la provincia y el país no han tenido descanso, era prioridad la disposición de recursos materiales, la movilización intersectorial para las labores de rescate, la atención integral a pacientes y sus familiares en los centros de salud, la información cada minuto de los medios de comunicación desde el lugar de los acontecimientos, y la ayuda internacional de los hermanos de México y Venezuela, quienes respondieron ante el llamado.

A esto se sumaron la batalla incesante por mantener con aliento a heridos por quemaduras en estado de gravedad, el velar por el bienestar psicológico de los afectados, la mano amiga o desconocida ante las lágrimas o el desfallecimiento, y el caminar de todo un pueblo junto a las honras de quienes partieron a la eternidad en el cumplimiento del deber.

Por estos días son infinitas las muestras de hermandad, así lo demuestran las donaciones espontáneas de medicamentos, la elaboración y entrega de alimentos sin costo, el ofrecimiento de transportes de cuentapropistas para el traslado de bienes a otros territorios y de personas a las instituciones médicas, las plegarias desde el Vaticano, y de todas las creencias de aquí y allá, así como la guarda de animales de compañía, constituyen hechos que ilustran la grandeza de esta tierra.

Desde el Oriente, Santiago no solo envió mensajes de apoyo o dispuso recursos materiales, sino que capacitó y organizó brigadas de médicos y enfermeras del servicio de caumatología, para el tratamiento de las quemaduras, en caso de ser necesario más personal.

No será fácil borrar las cicatrices de este lamentable accidente, duele y mucho el sentir de las madres que perdieron a sus hijos, de padres, hermanos y abuelos, dolor que hoy comparte la familia cubana que vivió o no directamente el incendio.

La lluvia que ennegreció las mañanas, el humo que nubló los días, el terror vivido quedan grabados para siempre. También quedará para la historia, que la Atenas de Cuba recibió el amor y la fuerza de un país que se crece ante cada adversidad.

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