Va directo a lo que separa a la naciente potencia del Norte y a los pueblos de América. Dice que de nuestros pueblos se conoce menos de
lo que urge saber aún por los mismos que escriben sobre las cosas públicas y celebran a los Estados Unidos con la misma pasión que ponen
en denigrar a los pueblos de América, sin conocer sobre ambos más que una engañosa superficie.
Explica que hay pueblos en América logrando, en relación con su área útil y población, tributar tanto fruto al comercio humano como los
Estados Unidos y aportan más a la instrucción pública.
Asegura que “Los pueblos de América ascienden a la libertad segura y generosa en la misma proporción que los Estados Unidos descienden de esta; y que los conflictos en América -siempre exagerados por censores ignorantes -dice- son un procedimiento forzoso de ajuste entre las
fuerzas y las costumbres presentes en esta área geográfica. De nuestra sociología se sabe poco, dijo, de leyes precisas como esta otra: Los pueblos de América son más libres y prósperos a medida que más se apartan de los Estados Unidos.