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Los precios sí se pueden reducir

19 November 2022 Escrito por  Rafael Carela Ramos

Una vecina lectora, enfermera  jubilada desde hace 12  años, se quejaba  de los altísimos precios de los productos existentes en el mercado agropecuario cercano a su vivienda, exponiendo como ejemplo, que la libra de tomate de ensalada está a 140 pesos.

No pocas personas se preguntan sobre qué base, con qué argumento,  en los mercados, puntos de venta, locales arrendados y carretilleros, el precio de los productos que ofertan se elevan desproporcionalmente, de forma abusiva, de un día para otro, entre los que se encuentran la carne de cerdo a 350 pesos la libra; el ají de ensalada, 130 pesos; la col, 60 pesos; la berenjena, 50 pesos; y la malanga, 60 pesos la libra, por citar  casos.   

La interrogante se ha extendido en la población, porque este fenómeno no se circunscribe a un tipo de mercancía o servicio, sino que todos estos han subido de precio  en espiral, y no se sabe  cuándo se resolverá este problema que afecta tanto a los consumidores, sobre todo, a los de menos posibilidades económicas.

El modo de defenderse  que tienen los revendedores, por lo mal que hacen, es variado. Por  ejemplo, unos dicen que compran caro; otros que a lo suyo le ponen el precio que quieran; y otros más, se refugian en la Ley de oferta y demanda.

 Por cierto, que estuve revisando esta famosa  ley, y  para mí no está muy clara su relación absoluta con lo que pasa aquí, salvo que a una demanda mayor que la oferta, suben los precios.   

He aquí lo que expresa uno de los economistas consultados en Internet: “Se consideran, no ya las cantidades absolutas de bienes económicos disponibles que existen, sino las cantidades puestas en venta, se expresan las variaciones de los precios del valor de cambio por la ley de la oferta y de la demanda. Esta fórmula célebre, de la que tanto han abusado algunos economistas, significa que el curso de toda mercancía en un mercado, depende de la relación que existe entre la cantidad ofrecida por los vendedores y la cantidad pedida por los compradores. Si la demanda es superior a la oferta, el precio sube; si, por el contrario, la oferta es superior a la demanda, el precio baja”

Pero resulta que en empresas, centros comerciales, puntos de ventas y carretilleros, tengan a la venta muchos productos o pocos de estos, el precio sigue siendo igual, y en algunos casos, acompañados del maltrato “si quiere lo compra, o lo deja”.

No es ocioso recordar que en la mayoría de las sociedades de consumo, donde impera la Ley de oferta y demanda, los servicios de Salud, Educación, la cultura y el deporte, no son gratuitos, como en Cuba, sino que cuestan dinero, y bastante,  a los serviciados.  

En este contexto, también tienen presencia las ilegalidades, el delito y la corrupción de personas inescrupulosas, pillos, vagos y de quienes tienen la responsabilidad de cuidar los bienes del Estado y caen en la corrupción, robando y especulando con los bienes del Estado, a costa de las necesidades de la población.

Como se sabe, el Consejo de Ministros, en su última reunión, a finales del pasado mes de octubre,  analizó con rigor esta situación, acordándose un plan integral y minucioso, que contiene más de 40 directivas generales, encaminadas a un mayor enfrentamiento al delito, la corrupción, las ilegalidades y las indisciplinas sociales.

Las autoridades gubernamentales. De inspección  y policiales correspondientes, ya  han llevado a cabo acciones  en las que han decomisado muchos productos y medios diversos, procedentes de  almacenes y centros estatales, y cuyos  perpetradores fueron penalizados.    

No obstante, este enfrentamiento a lo mal hecho  está en sus comienzos, y es necesaria la participación activa de la población, que es la primera beneficiada, para junto a las demás fuerzas del orden, reducir, hasta eliminar esta perniciosa actividad que causa enormes pérdidas a la economía del país y el bolsillo de la familia cubana. Logra este objetivo, a partir de la revisión de las fichas de costo y la compraventa legal, sí se puede, todo depende de nosotros.

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