Santiago de Cuba,

En manos ajenas

03 May 2023 Escrito por  Rafael Carela Ramos
Tomada de Internet

Estábamos haciendo la cola en la farmacia, bajo un sol de las once de la mañana que partía piedras, cuando una señora de la tercera edad, que iba detrás de mí, comentó “no me explico cómo los merolicos pueden estar revendiendo medicinas controladas por tarjetas en las calles, en muchos lugares de la ciudad.”

Dijo que estos hombres y mujeres, que se dedican a tan criticable actividad, no tienen reparo alguno en proponer medicamentos muy demandados a elevados precios, como los que ayudan a controlar la presión arterial, mejorar la digestión, jarabes contra el catarro, íntimas, bicarbonato y otros, con total impunidad.

De inmediato, estas preocupaciones fueron compartidas por varios que ya llevaban largo rato en la cola, cansados por la tardanza en el despacho, pues las dependientas tienen que actualizar el tarjetón del paciente, la tarjeta de control de la medicina, hacer la factura y cobrar.

A no pocos les llama la atención que aquellos individuos que agreden los bolsillos de la población proclamen a viva voz los productos que ofertan, a ojos de todo el mundo, y no pase nada. Esto, a no dudarlo, crea disgusto, sensación de indefensión ante lo mal hecho y conspira contra el orden que debe regir en cualquier sociedad.

¿De dónde salen esos medicamentos que actualmente andan en manos ajenas?

No se puede afirmar de modo absoluto, pues quizás sea de más de un sitio, pero se hace evidente, si queremos resolver el problema, la necesidad de elevar el control y la exigencia, desde las fábricas correspondientes, pasando por los centros de distribución, la transportación, los consultorios médicos y las farmacias, tarea en la que deben participar los miembros de cada colectivo, con el mismo interés que si fuera algún objeto de su vivienda o propiedad.

Los individuos que se dedican a esta nociva actividad y que especulan con la carencia y las necesidades de otros muestran con su conducta pérdida de valores y principios éticos y morales, así como el sentido de solidaridad humana que caracteriza al cubano y nos ayuda a transitar en la vida por el camino correcto.

Tal pareciera que este fenómeno no tiene solución, así otras indisciplinas y delitos que hoy perturban nuestra cotidianidad; pero la Revolución se ha enfrentado a problemas más complejos y ha sabido salir adelante, y esta vez no será distinto, todo depende de hacer lo que hay que hacer a tiempo y en forma, y con la participación ciudadana.

Es oportuno recordar que pese a las dificultades económicas que impone al país el injusto y recrudecido bloqueo de Estados Unidos, la crisis económica internacional y nuestras propias limitaciones productivas y financieras, el Estado cubano realiza grandes esfuerzos por garantizar los medicamentos para tratar las más apremiantes enfermedades. Un ejemplo de lo que se hace, lo encontramos en un amplio trabajo periodístico publicado anteriormente en este medio, en el que se expone parte de lo mucho que se hace a favor de la población. Ahora le corresponde a cada cual, hacer lo que le toca.

La tolerancia de estos hechos y otros semejantes, sólo puede conducir al resquebrajamiento moral y social. No olvidemos la alerta que nos hiciera Fidel, líder histórico de la Revolución cubana, cuando en el 2005 señaló que nada ni nadie podrá destruir la Revolución, salvo nosotros mismos. El llamado está hecho.

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