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Sabía que vería a Fidel

13 August 2022 Escrito por  Texto y foto: Yanet Alina Camejo Fernández

Los niños se emocionan fácilmente con un paseo, una ida a la playa, un regalo, pero ese día mi emoción era muy grande; tenía 11 años y recuerdo con lujo de detalles cada momento vivido. Mi alegría tenía nombre, vería al Comandante en Jefe Fidel Castro en Mangos de Baraguá.

Era el 19 de febrero del año 2000 y en el municipio de Mella se realizaría el acto político conocido como Juramento de Baraguá. Mi abuelo, que era miembro del Comité Provincial del Partido tenía que participar en tan significativo evento.

Sabiendo que el Jefe asistiría, me llevó con ellos -como en muchas otras ocasiones- había grandes posibilidades de que yo viera a Fidel, ese héroe de sus cuentos, ese guerrillero que se volvía gigante en cada anécdota de la Sierra Maestra.

La travesía para una niña fue súper emocionante. Había llovido mucho, en la carretera se observaba una guagua tras otra. Miles de personas de todo el Oriente se movilizaron para aquel acontecimiento, donde el pueblo de Cuba hizo un Juramento de resistir y vencer en un nuevo escenario, no ya en el campo de las armas, sino en el de las ideas.

En ese momento, se reclamó el regreso a la Patria del niño cubano Elián González, secuestrado en Estados Unidos y separado de su padre, quien se encontraba en Cuba. Así surgía lo que se conoció como La Batalla de Ideas, y que se convirtió en un incesante reclamo en cada tribuna hasta el regreso del menor matancero.

A mi edad, yo no entendía eso. Lo mío era que vería al Líder de la Revolución. Una vez estando en el monumento de Mangos de Baraguá, pude conocer a grandes personalidades de Cuba, de la cultura y la política; pero quien de verdad me motivaba no había llegado aún, ¿vendrá Fidel?, era la pregunta que constantemente les hacía a mis abuelos.

Ya en la presidencia y a punto de iniciar el acto, un helicóptero sobrevolaba la zona, al instante las personas comenzaron a mover las banderas cubanas, al parecer no era yo la única que lo esperaba.

Con su uniforme verde olivo, su tamaño de gigante y la entereza e hidalguía que lo caracterizaba hizo su entrada Fidel, la alegría y admiración una vez más cubrió a los presentes. ¡Qué manera de ese líder saber llegar al pueblo! Era impresionante contemplar cómo las personas querían al Comandante, pues solo él daba discursos de cuatro horas y el pueblo escuchaba con paciencia hasta el final.

Me encontraba a unos metros de él, qué emoción sentí. Mi abuelo me cargó en varias ocasiones y pude verlo de cerca, su cara, su figura, su imagen, brotan en mi mente cada vez que lo pienso. Creo que era la única niña en el acto que estaba en la presidencia y que tuvo el privilegio y la dicha de vivir ese momento.

No cabía en mí. Tenía cara de felicidad porque conocía al hombre que en “Historia” había asaltado al cuartel Moncada, el que trajo el yate Granma y que no abandonó a su suerte a su compañero cuando cayó al agua, al guerrillero que motivó a mi abuelo a alzarse en la Sierra Maestra, e integrar la columna del II Frente.

Muchas historias venían a mi mente, estaba frente a mí ese héroe de mil batallas que supo hacerse universal y poner el nombre de Cuba y a su pueblo en un lugar reconocido en el mundo.

A mi edad, hubiese querido salir corriendo y abrazarlo, pero sabía que no se podía, aunque en la mente y el corazón sí lo hice.

Ya no me importaba si había sido largo el recorrido, o si estaba cansada por las altas horas de la noche, si el fango de los alrededores no nos dejaba caminar, o si nos perdíamos entre tantas guaguas al retornar; no importaba, eso significaba poco, porque ya tenía mi regalo, yo era feliz porque había conseguido mi cumplido: ver a Fidel.

En otras oportunidades, también pude verlo, aunque más lejos, en las tribunas que se realizaron en Santiago de Cuba. Pero la primera vez fue en Mangos de Baraguá.

Para mi generación que creció conociendo las historias del Comandante en Jefe, es un privilegio haber vivido esa etapa.

Siento orgullo en decir que soy cubana, fidelista y que, pese a todo lo que estamos viviendo, conservo la esperanza de volver a ver la Cuba que hizo y quería Fidel.

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