Santiago de Cuba,

Historia

Abel Santamaría Cuadrado, segundo jefe del asalto al Cuartel Moncada, fue uno de los combatientes que, hecho prisionero tras quedarse sin municiones, resultó asesinado, luego de bárbaras torturas que incluyeron cercenarle los ojos.

Las ideas del asalto al Cuartel Moncada, el 26 de Julio de 1953, por la Generación del Centenario liderada por Fidel, sigue siendo guía y aliento para la continuidad de la Revolución cubana.

La Marcha del 26 de Julio, ese himno que los cubanos cantamos como símbolo de combate, surgió apenas una semana antes de la mañana gloriosa de la Santa Ana, cuando los jóvenes de la Generación del Centenario vinieron a Santiago de Cuba a ofrendar su sangre y su vida para que Martí siguiera viviendo en el alma de la Patria.

Cuentan que fue sindicalista, periodista, fotógrafo, combatiente, un hombre justo, así era Fernando Chenard Piña, mártir de la Revolución cubana, que entregó mucho a las causas más justas, tanto, que le dio su vida.

Hoy se cumplen 127 de la caída en combate de José Marcelino Maceo Grajales, cuyo epíteto del León de Oriente le fue asignado tanto por los mambises como por los hispanos.

La valentía, la entereza para enfrentar las más difíciles circunstancias y la intransigencia ante las peores condiciones impuestas por el enemigo tanto en el campo de batalla como en las prisiones colonialistas, caracterizaron al Mayor General del Ejército Libertador José Maceo, quien cayó mortalmente herido de un balazo en el cráneo y otro en el pecho el cinco de julio de 1896 en Loma del Gato, en las cercanías de Santiago de Cuba.

Ernesto Tizol Aguilera fue uno de los pocos asaltantes al Cuartel Moncada en quien Fidel confió de antemano el lugar y los objetivos de la acción al acompañarlo, en abril de 1953, a Santiago de Cuba y nombrarlo responsable de alquilar la Granjita Siboney, acondicionarla con la fachada de un negocio de cría de pollos y esconder en esta las armas que recibían, con el apoyo del santiaguero Renato Guitart.

¡Marcos Martí!, ¡Marcos Martí!, ¡Marcos Martí!.  Este acusado, llamado a declarar en el juicio contra los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, no podía responder.  Había sido asesinado luego de ser hecho prisionero. Por descuido no lo habían  incluido en la  lista de los informados como “caídos en combate”. La mentira y el crimen se juntaban una vez más.

La bata blanca lo identifica entre los combatientes , el maletín y el instrumental médico eran fieles escuderos, su espíritu revolucionario lo acompañaría hasta la muerte. Mario Muñoz Monroy fue el médico solicitado por Fidel Castro, líder de la acción armada que se llevaría a cabo el 26 de julio de 1953 con el propósito de brindar ayuda médica a los heridos en acción, y así fue: su humanitaria labor se hizo presente en el Hospital Saturnino Lora.

Así, con esa consignada denominación jurídica, llegó a identificarse en su momento el finalmente abultado expediente que fuera radicado por el Juzgado de Instrucción del Norte de la ciudad de Santiago de Cuba en horas de la tarde-noche de aquel sangriento domingo 30 de junio de 1957, del pasado siglo XX, en cuyas páginas se registrara -con todas las tergiversaciones, rejuegos y falsedades impuestos a su redacción oficial por los jefes de los principales órganos represivos locales.

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