Esa arcaica, injusta y criminal política del Gobierno estadounidense es el principal obstáculo al desarrollo y el bienestar de la sociedad cubana, además de ser una flagrante violación de los derechos humanos del pueblo de la Mayor de las Antillas.
Hoy, recrudecido, y con la absurda e igualmente injusta inclusión de Cuba en la lista de los países patrocinadores del terrorismo, se ha convertido en punta de lanza del enfermizo odio del poderoso imperio contra Cuba.