En Cuba, donde la ley protege a los animales, los perros ocupan un lugar singular. Son parte de la cotidianidad, testigos mudos de alegrías y penas, y a veces, los únicos aliados en momentos de soledad. La Ley de Bienestar Animal (Ley No. 31/2021), aprobada en 2021, significó un importante paso al reconocerlos como seres sintientes, prohibiendo el maltrato y estableciendo sanciones para quienes los dañen. Sin embargo, más allá del marco legal, su verdadero valor está en lo que representan para el cubano de a pie: lealtad en un mundo incierto, consuelo en la adversidad.
Desde los famosos “perros jíbaros” -esos mestizos resistentes que han sobrevivido generaciones en los campos- hasta los ejemplares de raza criados con esmero, el perro aquí es un ejemplo de adaptación y afecto. En el imaginario popular, aparecen en canciones, refranes -“más viejo que el perro de Alonso”- y hasta en la literatura. Pero su importancia va más allá de lo cultural: son protectores de hogares, guías de personas con discapacidad y, en no pocos casos, héroes anónimos.
En 2022, por ejemplo, un perro callejero en nuestra ciudad de Santiago de Cuba alertó a una familia durante un incendio, salvando tres vidas. En La Habana, organizaciones como Cubanos en Defensa de los Animales (CEDDA) rescatan decenas de canes abandonados cada mes, demostrando que, pese a las carencias materiales, la solidaridad hacia ellos persiste.
Aunque la Ley de Bienestar Animal fue un paso adelante, activistas señalan que su aplicación aún es irregular. Falta educación, recursos y, sobre todo, conciencia, ya que muchos perros siguen sufriendo maltrato o abandono, especialmente en zonas rurales donde el control es menor.
Los perros no piden mucho: un plato de comida, un techo, algo de cariño. A cambio, ofrecen todo. La ciencia lo confirma: reducen el estrés, combaten la depresión y hasta alargan la vida de sus dueños. En la Mayor de las Antillas, donde la crisis económica mundial y el bloqueo estadounidense golpea fuerte, su presencia es un bálsamo. “Mi perro es como mi familia”, dijo Nirma Ginarte, una contramestrense jubilada que comparte con su perro llamado Kayser todo el día.
Mientras el mundo los honra, vale recordar que el Día del Perro no es solo para compartir fotos en redes sociales, sino para actuar: denunciar el abuso, apoyar a quienes los protegen. Porque en sus ojos no hay egoísmo, ni rencor. Solo esa mirada inquebrantable que, en silencio, repite: “hasta el final, contigo”.