Uno de los aspectos más destacados del papado de Francisco ha sido su enfoque pastoral y su llamado a la compasión, lo que ha resonado en muchos sectores poblaciones, que han sido marginados o excluidos por la postura tradicional de la Iglesia católica.
Su forma de abordar temas como el aborto y la diversidad de género ha sido más inclusiva en comparación con sus predecesores, lo que nos lleva a pensar, en si éstas posturas en favor de temas tan sensibles serán vistas de otra forma si existiera un cambio de paradigma dentro de la jerarquía católica.
La curia romana, que tiene una influencia considerable en las decisiones de la Iglesia, tiende a ser más conservadora y podría revertir algunas de las aperturas que se han dado en los últimos años.
La elección de un sucesor al trono católico podría marcar un retorno a posturas más rígidas y tradicionales generando un retroceso significativo en la lucha por los derechos humanos dentro de la Iglesia.
La única solución visible para evitar este retroceso en la cúpula del catolicismo, son los movimientos juveniles y sociales, quienes de isofacto comenzarán a ejercer presión sobre la Iglesia para que adopte posturas más inclusivas, planteando la posibilidad de que, incluso, ante un liderazgo más conservador, las voces de los fieles y las demandas sociales puedan forzar un cambio gradual desde la base.
También la opinión pública y los distintos episcopados alrededor del mundo reaccionarían ante un cambio en la dirección del Vaticano.
En muchos países, la oposición al aborto y a la aceptación de la diversidad de género y sexualidad sigue siendo fuerte, pero está comprobado con el decursar del tiempo que el Papado no es de aferrarse a polémicas, ni críticas ajenas a su cónclave, deciden a través de su fé y su consideración no siempre certera de que es bueno para los feligreses y los intereses de su imperio religioso.
En cuestión, aunque la figura del Papa Francisco ha representado un avance en la discusión sobre el aborto y la diversidad de género y sexualidad en particular, su eventual ausencia podría significar un retroceso significativo para estos derechos dentro de la Iglesia católica.
La incertidumbre que rodea al futuro liderazgo del Vaticano deja abierta la posibilidad de un conflicto interno entre la tradición y la modernidad, entre la ortodoxia y la inclusividad, que podría definir el rumbo de la Iglesia en los próximos años.
Es un momento crítico que merece atención y análisis, tanto desde el ámbito religioso como desde el social y político.