Historiadores, urbanistas, arquitectos y otros especialistas hispanoamericanos coinciden en que la otrora villa de Santiago de Cuba, fundada por el Adelantado Diego Velázquez, el 25 de julio de 1515, es de las pocas de su clase que mantiene su trazado original y el entorno de su Plaza Mayor, con las instituciones que la Corona designó para regir la vida en el «Nuevo Mundo»: la Iglesia, la Casa del Gobernador y la sede del Cabildo (Ayuntamiento).
HECHOS TRASCENDENTALES
El antiguo Seminario de San Basilio Magno, fundado en 1772, es de las más antiguas instituciones de estudios superiores. Esteban Salas Castro, en el siglo xviii, fue pionero en la composición musical en Cuba. José María Heredia nació en Santiago de Cuba y, aunque en La Demajagua Carlos Manuel de Céspedes inició las luchas por la independencia, en el mismo octubre de 1868 ya los Maceo-Grajales se levantaban en armas.
En los mares que la bañan ocurrieron hechos definitorios de la historia cubana. Incluso la Guerra hispano-cubana-norteamericana se definió en la batalla naval y la posterior entrada del ejército de Estados Unidos por estos lares.
En ella nacieron más de 30 generales de las guerras independentistas, y los restos de no pocos se atesoran en el cementerio patrimonial Santa Ifigenia. José Martí, Céspedes, Mariana Grajales y el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz allí descansan.
Durante la etapa republicana hubo enfrentamientos a los gobiernos títeres, al punto de que en 1953 el cuartel Moncada fue asaltado por la Generación del Centenario, liderada por Fidel. Frank País y los clandestinos se levantaron el 30 de noviembre de 1956 en apoyo al desembarco del yate Granma, y desde las ciudades, pueblos y poblados se alzaban por miles contra el tirano Batista. Santiaguera es Vilma Espín, símbolo de la mujer cubana, y paradigma de una ciudad que el 1ro. de enero de 1959, recibió a los rebeldes para proclamar el Triunfo de la Revolución.
UNA CIUDAD PATRIMONIAL
Santiago siempre ha sido imprescindible a la hora de referirse a la Mayor de las Antillas, de la que es su Ciudad Héroe. Aida Liliana Morales Tejeda, presidenta de la Filial Provincial de la Unión de Historiadores de Cuba (Unihc), comentó que «en su centro histórico urbano, de 3,2 kilómetros cuadrados de extensión, se asientan varios inmuebles que, por su valor excepcional, ostentan la condición de Monumento Nacional».
Es un conjunto urbano que creció a modo de anillos concéntricos, a partir de un sistema de siete iglesias y plazas asociadas; también de calles comerciales y un trazado semirregular que se adaptó a lo que dictaban las Leyes de Indias, «y a la topografía de este valle ondulado, entre el mar y las montañas de la Sierra Maestra», añadió la también Jefa del Departamento de Investigaciones Históricas y Aplicadas de la Oficina del Conservador de la Ciudad (OCC).
Calles, callejuelas, callejones y escalinatas –como la famosa de Padre Pico–, que Mayté García y sus hijos Jeiler y Jennifer quieren, «al punto de no concebir vivir en otra zona de la ciudad que no sea esta, de alegría carnavalesca y casas coloniales», como argumentó la progenitora, le dan una singularidad a la ciudad en el contexto insular.
Santiago se asienta sobre terrazas, devenidas miradores naturales, como el de la calle Corona, desde el histórico Balcón de Velázquez, «donde conocí a mi actual esposo en una tarde de 1997», recordó Marianela Santana Castellanos.
Más arriba está el de la Plaza Dolores, «a la que acudo desde la cercana calle Heredia, donde están el Museo del Carnaval, la Biblioteca Elvira Cape, la Casa Dranguet, la de José María –el Cantor del Niágara–, y con una vida cultural extraordinaria», detalló Clara Sonia Hechavarría Rengifo, una joven que ha vivido sus 28 años de edad en esta arteria, antiguamente llamada Catedral.
El tercer mirador está en la antigua Escuela Normal para Maestros de Oriente, desde la que se divisa casi toda la ciudad colonial, «que se une al mar y a la Sierra de manera indescriptible, asumida como fuente de inspiración para numerosos artistas», advirtió el periodista cultural Miguel Ángel Gaínza Chacón.
A Santiago la distinguen el cuartel Moncada, el Castillo de San Pedro de la Roca –declarado por la Unesco, en 1997, como Patrimonio de la Humanidad–, los paisajes arqueológicos de las primeras plantaciones de café de origen francohaitiano –también Patrimonio de la Humanidad–, la Casa de Diego Velázquez –entre las más antiguas de Latinoamérica–, el Museo Emilio Bacardí, el primero de Cuba.
Pero, definitivamente, su gente es lo que más la encumbra. Los santiagueros son alegres, hospitalarios y férreos defensores de la Patria. No en vano Fidel aseguró que «no se trata de halagar demagógicamente a una localidad determinada, se trata, sencillamente, de que Santiago ha sido el baluarte más firme de la Revolución».