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Proteger lo que es de todos

31 July 2025 Escrito por  David Alejandro Medina Cabrales (estudiante de Periodismo)
Tomado del perfil en Facebook del Ministro de Transporte Eduardo Rodríguez Dávila

Hace solo unos días todos conocimos sobre la ocurrencia de un acto de violencia contra un microbús de la ruta 48 en La Habana, donde una conductora de ciclomotor fracturó el parabrisas trasero del vehículo con una pedrada.

El incidente, ocurrido tras un mínimo roce en el tránsito -sin colisión ni daños físicos-, escaló hasta convertirse en un acto de vandalismo contra un medio de transporte público, uno de los 50 nuevos vehículos incorporados recientemente para aliviar la crítica situación del transporte en la capital.

Lo más grave no fue solo el daño material, sino el riesgo al que se expuso a pasajeros y transeúntes, así como el mensaje que este tipo de acciones envía: la intolerancia y la violencia como respuestas ante conflictos que bien pudieron resolverse con diálogo y serenidad.

Este suceso debe llamar a la reflexión, sobre todo en momentos en que otras provincias del país, como la nuestra, recibieron también nuevos equipos para mejorar el transporte. Recientemente, llegaron a esta ciudad 15 microbuses, una inversión significativa en medio de las difíciles condiciones económicas que vive el país.

Estos vehículos no son un regalo, sino el resultado del esfuerzo colectivo y de las gestiones del Estado para garantizar un servicio básico a la población. Sin embargo, su durabilidad y eficiencia no dependen solo del mantenimiento técnico, sino también del comportamiento ciudadano. Cada acto de irresponsabilidad, cada gesto de agresión contra el patrimonio público, es un retroceso que nos afecta a todos.

En un contexto donde los recursos son limitados, el cuidado de los bienes comunes debe ser una prioridad. No se trata solo de evitar daños materiales, sino de fomentar una cultura de respeto y responsabilidad.

Las calles no pueden convertirse en escenarios de confrontación, ni los conductores -ya sea de ómnibus, taxis o motos- pueden actuar como si fueran dueños exclusivos del espacio vial. El transporte público es un servicio esencial, y su buen funcionamiento exige cordura, paciencia y, sobre todo, conciencia colectiva.

Las autoridades tienen la responsabilidad de aplicar la ley con firmeza ante estos hechos, como ocurrió en este caso con la detención de la agresora. Pero más allá de las sanciones, es necesario un trabajo educativo constante, para reforzar valores cívicos y evitar que estos episodios se repitan. Santiago de Cuba, con sus nuevos microbuses, tiene ahora la oportunidad de dar un ejemplo de civismo y demostrar que, incluso en tiempos difíciles, la solidaridad y el respeto pueden más que la impulsividad y la destrucción.

El llamado es claro, proteger el transporte público es proteger nuestro propio bienestar. Cada piedra lanzada, cada acto de vandalismo, no solo rompe un vidrio, sino que debilita el esfuerzo de toda una sociedad por mantener en pie un servicio que todos necesitamos.
La solución no está solo en las manos del gobierno o las empresas, sino en cada uno de nosotros.

¿Seremos capaces de asumir ese compromiso? La respuesta debe empezar hoy, en cada parada, en cada calle, en cada gesto de respeto al conductor, al pasajero y al vehículo que nos lleva. Porque, al final, lo que se rompe no es solo un parabrisas, sino también la confianza en que podemos construir, entre todos, un país mejor.

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