La EMCE es una entidad perteneciente a la Unión Eléctrica (Une) del Ministerio de la Industria Básica (Minbas) y su cartera incluye la prestación de variados servicios, no solo a sus organizaciones empresariales, sino a todas aquellas empresas cubanas y extranjeras que utilicen equipos productores de energía.
Desde su surgimiento en 1975, ocupa un lugar preponderante en el desarrollo económico y social de la zona oriental, responsable de mantener -y en muchos casos restituir-, los parámetros de los cinco bloques generadores de electricidad de la Central Termoeléctrica (CTE) Antonio Maceo Grajales (Renté).
Después de recorrer varios kilómetros desde la ciudad a esa ‘Isla’, donde está enclavada la institución, y comienzas a ver esa mole de hierro corroída por el tiempo -con más de medio siglo de operaciones, muestra de sus años de vida útil enfrentando constantes desafíos para sostener la energía del país-, uno se pregunta ¿cómo funcionan esas viejas máquinas?
No hace falta que ningún conocedor del lugar responda, rápidamente se saca la conclusión de que ahí está la entrega de hombres que construyen esa historia con su esfuerzo, voluntad y sacrificio.
Al caminar por los pasillos están esos equipos que impresionan a cualquier novato. En ese viaje sorprendente nos acompañó el ingeniero Bernardo Castro, Especialista A en Mantenimiento Industrial quien nos sirvió de guía.
La tarea era llegar, pese al ruido ensordecedor, y a una altura de alrededor de 20 metros donde los motores hacen vibrar el piso; allí nos encontramos con una representación de quienes llevan sobre sus hombros la responsabilidad de enfrentar la compleja situación que hoy tiene la generación eléctrica del país.
Profesionales, técnicos, obreros y especialistas de la Base Central de Reparaciones adecuaron sus turnos de trabajo para laborar en jornadas de 12 horas, desde entonces, casi no hay descanso, garantizando las 24 horas de vitalidad de los talleres; algo que también sucede en otras unidades del territorio nacional.
Escuchar términos que solo conocen y dominan ellos: rotores, excitatrices, chumaceras y mantenimientos planificados... se ha vuelto cotidiano y mantiene en vilo a este personal que desde el anonimato, a diario realiza proezas y prestigia a la EMCE.
Bien vale la pena correr el riesgo y desandar por esos lares, donde el peligro asecha en cualquier lugar por la complejidad de la labor. Usando obligatoriamente el casco comenzamos el periplo entre laberintos, y en un pestañazo nos encontramos entre inmensos motores, herramientas..., allí laboraban mezclando experiencia y juventud, en pos del Sistema Eletroenergético.
Por los años que tiene a cuesta, Ángel Fabart Borlot da fe de los 50 que lleva en ese lugar, ahora se desempeña como jefe del Departamento de Electromecánica pero:
“Comencé como ayudante, luego Mecánico C, B hasta llegar a Jefe de Brigada, además de cursar estudios universitarios, graduándome de Ingeniero Mecánico.
“He estado en diferentes puestos: rebervería, soldadura, generador y en la turbina. Para mí, lo que hago es muy importante, es el sostén de mi vida y lo quiero, imagínese que hoy -jueves 19 de agosto-, llevo más de 50 jornadas trabajando 12 horas, sin descansar ni un día debido al compromiso que tengo con este centro y con la nación.
“Cuando se desconecta el SEN, se multiplica el esfuerzo, la entrega y sobre todo da mucha satisfacción cuando vemos el resultado de lo que hacemos.
“La familia es parte de nuestro colectivo laboral; ellos asumen todas las actividades que debía hacer yo y no puedo, por el rigor y el horario que tengo”.
También, hay rostros muy jóvenes como el de Alberto G. Bartelemí, que un poco nervioso nos comentó: “Soy graduado de Técnico Medio en Mecánica Industrial y llevo dos años aquí desempeñándome como Mecánico C. He ampliado los conocimientos que me impartieron en el politécnico y aprendido otras cosas en la práctica que me permiten seguir adiestrándome para cada día superarme y adquirir habilidades.
“Cuando llego a mi comunidad y veo que hay servicio eléctrico, pienso, esa es mi obra y mi sacrificio de conjunto con mi brigada. Agradezco la experiencia que nos transmiten los veteranos en estos oficios.
“Si se da una situación aquí dejo lo que estoy haciendo, aunque esté de descanso, y me presento; esa es la disciplina que nos inculcan los más viejos. Cuando el deber llama; aquí estamos”.
Norberto Michell Gelis Infante, otro bisoño que igualmente lleva dos años en la Empresa, dijo:
“Comencé por la caldera como ayudante de rebervería, después en la turbina como ayudante electromecánico, aunque soy graduado en la especialidad de electricidad, pero tienen similitud.
“La experiencia ha sido buena, siento que he aprendido muchísimas cosas con respecto a la mecánica, el uso de los medios de protección, la seguridad. Deseo continuar superándome y llegar a ser universitario”.
De igual manera, Katia Castellanos Arencibia, ingeniera en procesos agroindustriales, es la jefa de Recursos Humanos y apuntó: “Llevo dos años aquí y me siento bien; entré como técnica y hace un año estoy en esta función.
“Al principio me fue difícil desarrollarme entre tantos hombres, yo traía otro modo de hacer las cosas y no lo entendían, llegaron a ponerme un mote, me decían “la Ley”, hoy todo es diferente, cualquier cosa que van a realizar en cuanto a Recursos Humanos me lo comunican y lo colegiamos, y tenemos las mejores relaciones.
“Mi trabajo me gusta y lo hago con mucho amor. Me ha pasado, como a casi todos los que llegan a la Empresa, que me he enamorado y no pienso irme. Esto te atrapa, y te familiarizas con lo que se hace. Cuando llego lo primero es mirar las torres para saber cuántas unidades están trabajando, es una rutina que tenemos casi todos.
“Cada chimenea lanzando sus bocanadas de humo te dice cómo está la generación; si dejas de ver una cortina no es buena la señal, y te solidarizas con tus compañeros, te sientes uno más de esos trabajadores que se mantienen a pie de obra haciendo enormes sacrificios sin pensar en agotamientos ni horarios”.
Concluido este recorrido, no queda dudas de que ese colectivo hace mucho con poco, se crece ante las dificultades, y han convertido la EMCE en su segunda casa. Los forasteros, como esta reportera, advierten que no es solo una Empresa, en esa armazón que huele a hierro, se entretejen historias de altruismo, se realizan heroicidades, porque mantener la estabilidad del Sistema Eléctrico Nacional es una obra de resistencia ante las adversidades.