Estremece el entorno donde los techos están rotos o desaparecidos, las paredes agrietadas, los árboles y postes caídos; hasta el oxígeno se respira diferente y no pocos miran al cielo y muchos asumen las acciones de recuperación.
Este es el pueblo visitado por tres Papas de la Iglesia Católica, y “donde el Comandante en Jefe habló a su pueblo, dio abrazos, apretones de manos e inspiró a mantener la confianza, aún en escenarios desoladores como este, porque Fidel era diputado por el Distrito 5, al que pertenece nuestro pueblito”, aseguró Iliana Vedey Castellano.
Justo a las 7:00 p.m. del martes 28 de octubre, los ríos Marteña y La Palmita salieron de sus respectivos cauces, y enseguida lo hizo el Senserenico, “que en pocos minutos tomó algunas de las calles, subiendo el agua hasta la altura de los cerramientos y arrasando con todo a su paso; en su camino estaba mi casa, o mejor dicho, la facilidad temporal en la que habito desde que el ‘Sandy’ cegó hasta la vida de la tía de mi esposa; pero estamos vivos y mientras hay vida, hay esperanza”, dijo, con lágrimas en los ojos y los pies bañados por las aguas del ‘Senserenico’, José Cisneros Godines.
Desde 1963, cuando el ciclón Flora, repletó de agua al Oriente cubano, “dicen los más viejos que no se veía esto, aunque las lluvias de ‘Imelda’ fueron abundantes y los suelos ya estaban saturados”, continuó explicando José, mientras indicaba la vivienda en la que 17 personas estuvieron incomunicadas por los deslizamientos desde la Loma del Cimarrón y que brigadas especializadas, provenientes de la Ciudad Héroe, asistieron en una sui géneris operación que fue chequeada -minuto a minuto-, por la Presidenta del Consejo de Defensa Provincial, Beatriz Johnson Urrutia.
Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor
Francisco Herrera Ulloa, Presiente de la Zona de Defensa (ZD), precisó que fueron dos y no una crecida las que cubrieron hasta la calle Aurelio Fernández, “pero los vientos rugieron y también barrieron desde la zona Río Frío hasta las cercanías de la ciudad de Santiago de Cuba, que es toda la demarcación de nuestro Consejo Popular.
Previamente, habíamos advertido acerca del peligro a nuestra población, que fue protegida en casas de familiares, vecinos, así como el Seminternado de Primaria Rubén Bravo Álvarez”.
El Puesto de Dirección de la ZD, que radicaba en un sitio que durante décadas pareció seguro, también colapsó por las inundaciones, “y pudimos trasladarlo hasta el Joven Club de Computación y Electrónica, donde se están atendiendo a los residentes en nuestra localidad que resultaron damnificados”, manifestó Milaida Mesa Villavicencio, delegada de la circunscripción 229.
De manera que la mayoría de los cobrenses, “somos damnificados, pero todos estamos tristes, al ver cómo quedó nuestro pintoresco pueblo, al que tantos cubanos y extranjeros peregrinan”, acotó Tania Gola Quiala, nacida y criada aquí, sin negar “la alegría de estar todos vivitos y coleando, como decimos los orientales”.
La unidad también prevalece, “y en ese sentido, hasta hemos recuperado las tejas que algunos sustrajeron de los almacenes y locales adaptados a viviendas en las antiguas minas de oro. El trabajo es coordinado entre todos los factores, y las iglesias Bautista y Católica han sido protagonistas en todas las fases, poniendo recursos, instalaciones y acompañamiento a plena disposición”, comentó el Presidente de la ZD.
Aires de recuperación
Yanislaydis Senut Caballero, joven vecina del barrio El Marabú, un entorno en desventaja social al noroeste del núcleo poblacional, nunca olvidará su desesperación en aquel amanecer, cuando al regresar del Santuario, donde se guareció con sus tres hijos, su madre, su hermano, la hermana y sus tres sobrinos, encontró su casita, de madera y techo de fibrocemento, reducida a un amasijo de tablones y tejas rotas y sus humildes colchones deshechos.
Su trabajadora social, su delegada y hasta la prensa, dejó constancia de la entrega, que la muchacha recibió agradecida: “Gracias a la solidaridad estos días han sido más llevaderos”, reconoció mientras daba las gracias a su familia, a los vecinos, a las autoridades y abrazaba muy fuerte a dos de sus hijos”. Y otra vez hubo lágrimas en los ojos de esta cobrense que siente que la esperanza ha vuelto a encontrar cobija en su rinconcito del barrio El Marabú.
Como Yanislaydis, muchos otros habitantes del bucólico poblado podrán descansar con un poco más de confort en medio del desolador panorama que les dejó Melissa, y que hoy transforman con la voluntad de sus habitantes y el apoyo de organismos e instituciones de todo el país.
Entre el sonido de las motosierras, el ir y venir de camiones que colectan basura y escombros, Iliana Vedey, la presidenta del Consejo Popular asegura que los daños son cuantiosos y que cuantificarlos debidamente llevará tiempo.
Como los colchones, precisa, en El Cobre con los aportes de trabajadores por cuenta propia, pequeñas empresas, instituciones religiosas y amigos de Cuba y el mundo, se ha repartido lo mismo leche para el círculo infantil, alimentos diversos para el Sistema de Atención a la Familia (SAF), que ya recupera el apoyo a sus 34 beneficiados y más de 2 000 tejas para empezar a dar respuesta a las afectaciones.
Paneles solares entregados por el joven músico Juan Guillermo Almeida fueron instalados en el cine Turquino para descongestionar los puntos de cargas de celulares y otros equipos.
Con el empeño de sus pobladores y la solidaridad de muchos la esperanza encuentra otra vez cobija entre los habitantes de El Cobre.