Para quienes lo perdieron casi todo, recibir estos recursos es un reencuentro con la dignidad. Es la certeza de que la comunidad y el país no los han olvidado.

El corazón de esta recuperación hay jóvenes como Lisbet Montalvo Meriño. Esta trabajadora social atiende la circunscripción #1 de Cruce de los Baños. Su misión es distribuir lo que llega, siendo un ejemplo de resiliencia que no se quiebra.

“Ayudamos, visitamos y orientamos a todas las familias. En mi circunscripción hay siete familias afectadas”, expresó Lisbet. “Una sufrió daños totales: dos adultos mayores que viven solos”.

“Uno está jubilado y ambos reciben ayuda social. Lo que tienen no les alcanza. Están desprotegidos y sin familiares que puedan auxiliarlos. Pero la Revolución no los deja desamparados”.

“Por eso se les entrega un módulo alimenticio donado por el artista Juan Guillermo Almeida. Otras familias del municipio también serán beneficiadas. Recibirán alimentos, recursos, vestuario y calzado”.

“A medida que lleguen más ayudas, llegaremos a todos. Las personas más vulnerables no serán desprotegidas. La Revolución no abandona a nadie”.

Hay lágrimas que liberan semanas de angustia, pero también hay gratitud y fuerza. Existe una voluntad férrea de reconstruir no solo las casas, sino la esperanza.

Disney Rosales Milán, de 90 años, es una de las beneficiadas. Su rostro se iluminó al recibir el donativo. “No es menos cierto que estoy motivada y emocionada. Para mí, esto es nuevo y es grande”, dijo.

Su voz parece guardar los ecos de nueve décadas de vida. “Yo admiro y, después, agradezco todas estas acciones. Les felicito a ustedes porque tienen el privilegio de ser un bien para la humanidad”.

En estas montañas, la tierra aún muestra las cicatrices del huracán. La solidaridad se ha convertido en el primer ladrillo de la reconstrucción. En medio de la desgracia, lo mejor del ser humano sale a flote.

Surge para tender una mano y para construir desde los escombros. El objetivo es un futuro donde la solidaridad sea algo de todos los días.