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El Che descansa donde nunca lo dejarán morir

07 October 2025 Escrito por 

Este 8 de octubre, se rememorarán los 58 años del asesinato del Che en Bolivia, quien desde 1955 que conoció a Fidel y a Raúl, sostuvieron una amistad sincera; se unió al grupo de expedicionarios, como médico y luego pasó a ser miembro de la guerrilla, en la Sierra Maestra.

Participó la toma de Santa Clara y finalmente entró en La Habana en enero de 1959. Luego del triunfo de la Revolución, fue director del Instituto de Reforma Agraria, presidente del Banco Nacional, ministro de Economía, y finalmente de Industria, en 1961. 

En 1965 marchó al Congo, donde luchó en apoyo del movimiento revolucionario, y convencido de que sólo la acción insurreccional armada era eficaz contra el imperialismo, viaja a Bolivia y escribe la histórica carta de despedida que Fidel dio lectura en la constitución del Comité Central. 

Y como sentenció nuestro poeta nacional Nicolás Guillen en su poema, “Che Comandante”, no porque hayas caído (…) tu luz es menos alta/No por callado eres silencio/Y no porque te quemen (…) te escondan (…) van a impedir que te encontremos (…).

Durante 30 años sus restos permanecieron sepultados, hasta la fecha de su hallazgo el 28 de junio de 1997, en la parte vieja de la pista de aviación de Vallegrande, poblado a 240 kilómetros de Santa Cruz, capital departamental, después de minuciosas investigaciones históricas y de trabajos geológicos de científicos cubanos apoyados por especialistas de otros países.

Según publicó el periódico Tribuna de La Habana, los doctores Jorge González Pérez y María del Carmen Ariet García, protagonistas de la búsqueda, hallazgo e identificación de los guerrilleros que combatieron junto al Che en Bolivia, cuentan que ese día era sábado, y como antecedentes tenían la versión del tractorista que había cavado la fosa donde fue enterrado el Che.

“Continuamos las labores, pero esta vez empleando una máquina excavadora de una empresa que construía el alcantarillado de Valle Grande, que nos permitiría bajar al menos metro y medio, -de los dos que debíamos cavar-, cuando a eso de las 9:00 a.m. al labrar en la fosa, la pezuña de la máquina enganchó el cinto del Che, que había sido enterrado con su uniforme, y así salieron sus osamentas”.

En otra parte del trabajo señalan que: “Eran siete las osamentas encontradas. Las del Che fueron las segundas en ser halladas. Sospechábamos desde el principio que era él porque sus restos eran los únicos que estaban cubiertos con una chaqueta verde olivo y luego comprobamos que no tenía manos”.

El 12 de julio de ese mismo año, fueron trasladados a La Habana y posteriormente en solemne homenaje del pueblo, sus restos fueron depositados en el Mausoleo de la Plaza Che Guevara de la ciudad de Santa Clara, el 17 de octubre de 1997, desde entonces, el Che descansa para siempre en ese sitio, quienes nunca lo dejaran morir.

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Angela Santiesteban Blanco

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