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"Así te recordamos, Comandante"

11 September 2025 Escrito por  Roberto Peña Alvarez (estudiante de Periodismo)
Tomado de Bohemia

Quien llega a Santiago de Cuba no es ajeno la frase que, inmortalizada por un hombre a su vez eterno, llama la atención de oriundos y foráneos en las afueras del Teatro Heredia: Aquí no se rinde nadie… Tampoco se es ajeno a la imagen de quien en la temprana fecha del 2 de diciembre de 1956 -en medio del primer revés del naciente Ejército Rebelde-, sentenciara la inexistencia de la derrota en la mentalidad del cubano.

Nacido el 17 de febrero de 1927, Almeida, como le bautizara el pueblo que lo amó por obra y acción, fue el segundo de doce hijos que desde pequeño ayudó a sostener, como primera expresión de la responsabilidad y el amor familiar que practicaría toda su vida. De madre y padre cubanos y humildes aprendió de responsabilidad, esfuerzo, trabajo duro y consagración.

Quien lo viera de joven, un muchacho sencillo, de rostro afable, casi sereno, no habría creído el temple y coraje que habitaba en aquel habanero que por caprichos de la historia se convertiría en un cubano a todas. Es por esto que, y sin otra alternativa digna de hombre, se opuso al golpe de Estado batistiano de 1952, y se sumó a los que denunciaron este acto ilegal.

Almeida, que solo conocía la albañilería como profesión, supo construir el futuro de Cuba. Sin muchas luces en la intelectualidad, se unió al movimiento revolucionario que encabezaba Fidel, y a las acciones de la Generación del Centenario, consagrada en honrar la memoria de José Martí, en el año del centenario de su natalicio.

Tras el asalto al Cuartel Moncada, siguió junto a Fidel como prisionero político en el Presidio Político, en la entonces Isla de Pinos. Junto a Fidel sale de la cárcel, va a México, vuelve en el Granma y sube a la Sierra, a la oriental, para libertar a Cuba de una vez y por todas.

Ganada palmo a palmo, Almeida mostró su pericia militar, adquirida en la fragua del combate, hasta ser el Comandante guerrillero a quien le cupo el honor de fundar el Tercer Frente Oriental, en los predios cercanos a la heroica Santiago de Cuba.

Junto a Camilo y al Che, avanzó hacia La Habana con sus fuerzas para consolidar el efectivo triunfo de la Revolución que el enemigo ya intentaba impedir, y desde allí esperar la llegada triunfal de Fidel.

Cuentan las anécdotas de lucha que a este héroe con mayúsculas nunca se le vio rezagado, aunque sí sencillo y modesto como pocos. Continuó cumpliendo misiones y superándose en el terreno militar y cultural, siempre con un pie en el estribo, como los viejos mambises, para seguir librando las batallas que impondría la construcción de una sociedad justa, "con los pobres de la tierra".

Así, y como consecuencia lógica del devenir histórico, se le vio en los estrados del Comité Central y del Buró Político del Partido desde su fundación en 1965, cargo en el cual fue ratificado en todos sus Congresos; y en los de la Asamblea Nacional, como diputado y representante del pueblo.

Como Heredia, Martí, y otros gigantes de la Historia nacional, Almeida fue dueño de valores humanos acendrados y una nobleza natural que le acercarían al arte, devolviéndolo como una suerte de poeta o juglar popular, de fina sensibilidad y voz crecida en los veneros del pueblo. Resultó ser compositor de una música inspirad, melódica y armoniosa, que trasmite las claves de su admirable carácter, su alegría y todas las virtudes que le brotaban, con una calidad que nadie duda.

Más de 300 canciones y una docena de obras literarias legó Almeida a su pueblo, junto al cariño ganado en el trabajo diario. Héroe de la República de Cuba, mereció además la Orden Máximo Gómez de primer grado, quien nos dejara más que todo su ejemplo inolvidable y el orgullo de haber sido un hijo de nuestra tierra.

El valiente y siempre bien plantado Juan Almeida unió su destino a la Revolución cuando él era muy joven y la libertad era todavía una causa por conquistar, en forma de un sueño de un grupo de raigales patriotas. Y fue leal a ese compromiso hasta su desaparición física, por razones de enfermedad, el 11 de septiembre de 2009.

Hoy, atendiendo a su voluntad, los restos mortales del Comandante Juan Almeida Bosque, reposan en el Mausoleo del III Frente Oriental Mario Muñoz Monroy, del que fue fundador y su único jefe, junto a otros aguerridos combatientes de ese Frente guerrillero.

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