Capaz de comprender la necesidad de la Patria por encima del acto natural de proteger a sus hijos, Mariana fue la muestra más grande de compromiso, entereza y carácter. La fortaleza de su corazón venció las pruebas más duras, inmortalizando su nombre, otorgándole un carácter nacional y convirtiéndose en leyenda.

Épicas historias han sido muestras de la heroicidad de mujeres que lucharon por sus derechos, desafiando años de machismo, patriarcado y sumisión, imponiendo una figura que ha roto estereotipos, conformando la base de un grupo social que hasta nuestros días es cuanto menos admirable.

La Revolución cubana fue el proceso más trascendental de rupturas y cambios, también protagonizado por nombres como Melba, Haydée, Celia, Vilma y otras tantas que curaron heridos, prestaron sus viviendas, transportaron ropas y armas, forjadoras de un carácter que se hizo eco luego en las generaciones más jóvenes, sirviendo de inspiración para las tantas muchachas que llevaron la luz de la alfabetización hasta los rincones más intrincados de la geografía cubana.

Como dijese nuestro máximo líder Fidel Castro, “las mujeres son una Revolución dentro de la Revolución”; una verdadera fuente de osadía y resistencia que logró conformarse en un núcleo sólido, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), organización que este 23 de agosto cumplirá 62 años de lucha por la equidad, la superación y empoderamiento femenino.

Nuestras féminas han dado una lección de inteligencia, conquistando espacios importantes de la vida económica, social, política y cultural del país, no es posible mencionar un logro en esta isla que prescinda del sello femenino.

Las batallas de hoy distan mucho de los orígenes, pero mantienen las esencias intactas, siguen siendo las mujeres las que llevan el peso de la planificación hogareña, del cuidado de menores y ancianos a tiempo que desarrollan su vida laboral; actividades desplegadas en completa concordancia que resulta prácticamente un verdadero acto de magia.

Sobre sus hombros continúan recayendo construcciones sociales discriminatorias asentadas por siglos, difíciles de desmontar. La lucha sigue ahí y los resultados están hoy más evidentes que nunca en las medallas conquistadas por nuestras deportistas, en los estudios científicos que permitieron enfrentar la Covid-19, en el trabajo desplegado durante décadas por doctoras y enfermeras.

Nuestras aulas son la tribuna de miles de maestras que ofrecen conocimientos generación tras generación, ganando en cada curso muchos hijos agradecidos. Los teatros y cines en Cuba muestran un talento incuestionable de mujeres que no pueden ser mencionadas porque son muchas y muy valiosas.

Los campos de esta nación sienten las manos de féminas que se han entregado a labores agrícolas, mostrando que no existe género en los trabajos, solo voluntad y convicción. Muchos son los ejemplos de resistencia de las guerreras cubanas que mantienen como bandera la belleza y energía de una sonrisa femenina.