Santiago de Cuba,

Un SÍ por la unidad y derecho a ser de nuestras familias

13 September 2022 Escrito por  Heriberto Cardoso Milanés
Foto: Tomado de cubahora.cu

Todo está listo para efectuar la consulta referendo con vista a la aprobación de nuestro flamante Código de las Familias, una vez que la 25 versión de este, corregida a través de un largo y cuidadoso proceso de reiteradas consultas a todos los sectores e instancias del país, acaba de recibir el apoyo unánime de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Corresponde así al pueblo, como en muchas otras ocasiones, el paso definitivo que da luz verde a un documento normativo de los derechos y la vida de la célula fundamental de la sociedad cubana: la Familia. Y en nuestro caso, no por casualidad se refiere a “las familias”, ya que este regulariza precisamente la amplia variedad de formas en que estas se manifiestan en nuestro contexto nacional.

Para su valoración, consideramos importante detenernos en este primer detalle, el cual en ocasiones se tergiversa quizás inconscientemente. Nos referimos a la idea de que el documento pudiera constituir un instrumento de promoción de la diversidad de organizaciones familiares, lo cual es absolutamente falso. El Código tiene como función reconocer y normar derechos en situaciones que existen o pudieran existir, cuya ausencia actual da lugar a exclusiones, privaciones, injusticias, trabas para solucionar problemas reales que afectan a muchas personas, sin que la sociedad esté percatada totalmente de ello.

Reconocer derechos no es promover acciones, sino resolver injusticias que por razones de cultura, tradición, costumbre o malas intenciones pueden estarse cometiendo ante nuestros ojos, a pesar de las aspiraciones de justicia social proclamadas por la Constitución de la República. Ello se garantiza por el carácter inclusivo del derecho de las minorías contenido en sus normativas, como pudieran ser las preferencias sexuales o el reconocimiento de la voluntad de un niño o anciano a estar bajo el cuidado y protección de las personas que consideran dignas de su mayor confianza y afecto.

Tal reconocimiento, yendo quizás a extremos pero igualmente justos, hasta establece las vías que incluyen el respeto y garantía de la decisión de la persona que testa a favor de alguien, para que tales derechos le lleguen al mismo a través de un albacea, una vez fallecido el testador, aunque su beneficiario sea un individuo discapacitado o privado de sus facultades mentales.

El Código por tanto es un documento protector del amor como sentimiento básico que une a la familia, por encima de convenciones arcaicas, a veces ciegas y hasta egoístas, basadas en aspectos formales que se apartan cada vez más de la necesidad lógica de cada persona para tributar afecto y solidaridad, a quienes se lo retribuyen con iguales deseos inspirados en el cariño, la confianza y la gratitud.

Por todas esas razones no tenemos duda del amplio respaldo popular que nuestro pueblo dará al documento, cumpliendo con el último paso antes de que el mismo entre en vigencia convertido en ley sancionada por las máximas autoridades del país. Será un ejercicio democrático, masivo, popular, unitario, saturado de optimismo y espíritu de justicia, de los que nuestro pueblo sabe dar ejemplos hasta más allá de sus propias fronteras.

Solo entonces nos queda revisar listados para comprobar que no faltamos y que todo está en orden. Y, por supuesto, acudir el día y hora al lugar señalado para ofrecer nuestro voto:

Un rotundo y cubanísimo voto a favor de la unidad y el derecho a ser de nuestras respectivas familias. ¡No olvidemos la cita!

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