Fernando, quien ya ha publicado libros, ganado premios y acumula una gran cantidad de años en esta profesión; admite que muchos fotógrafos tienen dos lados: el comercial, y que este permite reunir los recursos para poder recrearse artísticamente.
Desde la fotografía documental, en su exposición, lleva al espectador a vivir un poco de Comala, un pueblo en constante reconstrucción por los sismos, rodeado de mar y volcanes, con calles empedradas, y edificios pintados de blanco, un elemento que es recurrente en sus imágenes.
Fernando se autorretrata como un viajero, Cuba es el país, número 34 y Comala llegó a Santiago a través de los ojos y el papel, después de 45 horas de viaje para inundarnos con su cultura, arquitectura, formas de vida e identidad.
En el intercambio con el público, temas como la publicación de fotografías en Internet y el derecho de autor, sus inicios es este mundo,"más que cuestiones técnicas vamos aprendiendo trucos y definimos un estilo, la perspectiva al final es tu punto de vista raficado en una imagen".
Asimismo rememoró anécdotas, recordando la importancia del fotógrafo, capaz de perpetuar personas y momentos que jamás volverán e invitó a a continuar escribiendo con luz.