Los vecinos de Mey dan fe de que él es un "buey" trabajando, es de los que se levantan bien temprano y aprovechan la fresca; el sonido del machete y el azadón no paran de escucharse en medio del campito detrás de su casa.
Tienen sembrado todo lo que nombran frutos menores; yuca, calabaza, plátano, melón, pepino, maíz, boniato, tomate y frutales; mango, frutabomba y guayaba.
Mey estuvo dos años viviendo en la zona de El Madrugón pero según su testimonio, tuvo que regresar al Macío cuando la sequía se puso "guapa" en esa otra zona del litoral cercana a Sevilla.
"Allí el agua sólo daba para el ganado, pero aquí sí se puede emplear en todo, además, esta sequía permitió demostrar que hasta en los momentos más críticos aquí el agua no se agota".
Preparar el área de siembra ha demandado un esfuerzo tremendo en medio un terreno muy montañoso y para ello han realizado barreras vivas y muertas en busca de proteger los suelos pero ya se ve el resultado. Hay que observar el muro de piedras que delimita y contiene el deslizamiento de la tierra. Las cercas perimetrales la construyeron con postes de árboles conocidos como frijolillos y carboneros y el alambre lo lograron con el que quitan a las gomas o neumáticos quemados. No obstante usan la piña y la nombrada maya para delimitar las siembras.
A Mey y su familia lo mejor le deseamos. Seguir su ejemplo en tiempos como los que corren es salvar la vida.