“Pedí que la foto fuera entre Fidel y Raúl, porque son para mí lo más sagrado de nuestra Revolución, es un ideal que asumí en el seno de la familia humilde en la que nací y en la que fui criado con mucho amor hacia nuestros líderes histórico; desde muy pequeño me vi reflejado en ellos y gracias a esa motivación decidí ser Camilito e incorporarme definitivamente a las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias”.

¿Un ortopédico en la lucha contra la Covid-19?

“Yo soy Ortopédico de profesión y es verdad que esta es una enfermedad netamente clínica pero no importa la especialidad a la cual uno pertenezca cuando todos somos médicos, y si nos dimos a la tarea de enfrentarla, había que ganarla porque es parte de la filosofía del cubano, porque lo hacemos consientes de nuestro objetivo, además esta es una pelea en la que no solo participamos nosotros, son muchas las entidades que ayudan en la lucha contra la Covid-19, así que hay espacio para todas las especialidades y todo aquel que decida ayudar”.

¿Cuándo supo que estaría en zona roja?

“A finales de 2019, cuando en el mundo se hablaba del enfrentamiento a un virus, ya nosotros nos estábamos preparando sicológicamente para combatir a este enemigo invisible, aunque no sabíamos nada de la enfermedad, de sus agravantes y complicaciones. Fue entonces que nuestro General de Ejército Raúl Castro Ruz nos dio la tarea a los médicos militares de estar en la primera fila, así lo asumimos con toda la responsabilidad y el compromiso que esto implica con el pueblo, la Revolución y los ideales de Fidel que son nuestros ideales.

¿Algo qué aprender después de 19 años ejerciendo?

“Esta tarea nos transmitió mucha experiencia porque al ser una entidad completamente nueva existió temor, no voy a negarlo, también es verdad que sentimos dolor, que sufrimos cuando vimos que, a pesar de todo nuestro esfuerzo en el régimen de trabajo de 14 días, había que llorar ante la pérdida de un paciente que por mucho que se hizo el esfuerzo, el virus nos lo quitó.

“Fueron largas jornadas durante las cuales se trabajó con mucho compromiso, esmero y dedicación, pensando en la familia y ausentándonos de nuestros seres queridos, pero con el orgullo de haber sido seleccionados para enfrentar esta tarea, siempre contando con el apoyo de los de casa, porque ellos sabían que esto era para lo que nos habíamos preparado, para salvar vidas, para ayudar a todos el que necesitara de nuestra asistencia, para hacerlo con el regocijo de que cuando uno salía también lo hacían muchos pacientes recuperados y agradecidos.

“Hoy sigo siendo el mismo Leonardo solo que más fortalecido, porque esto fue una prueba de que no importa dónde nos encontremos ni la profesión que realicemos en la vida, siempre que llevemos por dentro la solidaridad”.

Este doctor con el verde de la esperanza bajo la bata nunca respondió en primera persona del singular, porque considera que él no hizo ninguna proeza, porque ve en su desempeño el de su familia a quienes agradece haberlo enseñado a amar, a querer, a respetar a esta Revolución y a sus líderes, ve en sí mismo el ideal de quienes lo dieron todo por nosotros y ahora siente orgullo porque pudo dar algo a cambio.