Santiago de Cuba,

La Guerra Chiquita: decisión de mantener la lucha

22 August 2023 Escrito por  Jorge Wejebe Cobo

Después de la firma del Pacto del Zanjón en febrero de 1878, la corona española consideró que en lo adelante sería imposible la vía armada para alcanzar la independencia, pero esa falsa seguridad le duraría hasta el 24 de agosto de 1879, cuando ocurrieron las conspiraciones y el levantamiento armado de varios jefes y fuerzas veteranas de la anterior contienda en las zonas oriental y central de Cuba.

La metrópoli no calculó la decisión del mambisado cubano de mantener la lucha, refrendada en la Protesta de Baraguá en 1878 por el Lugarteniente General Antonio Maceo, junto a importantes próceres independentistas, muchos de los cuales con el Mayor General Calixto García al frente y agrupados en el Comité Revolucionario Cubano, radicado en Nueva York, intentaron la nueva insurrección armada conocida posteriormente como La Guerra Chiquita.

Desde antes del 24 de agosto de 1879 no cesaban de llegar por el telégrafo los informes del servicio de inteligencia al despacho de General Ramón Blanco Erena, en el Palacio de los Capitanes Generales, que advertían de las conspiraciones encabezadas por figuras conocidas por los militares españoles desde la anterior guerra como José Maceo, Guillermo Moncada, Quintín Bandera, Serafín Sánchez y Francisco Carrillo, entre otros.

A su vez en La Habana, el joven José Martí conspiraba junto al también destacado patriota Juan Gualberto Gómez y bajo la cobertura de su profesión como abogado organizó clubes clandestinos para el levantamiento armado en el occidente de la Isla, a pesar de que la policía lo vigilaba estrechamente y no creía en su presunta vida sosegada de familia después de su regreso a la Patria tras su primer destierro.

El Apóstol de la independencia era poco dado a la simulación que obliga el trabajo secreto y el 27 de abril de 1879 pronunció en el Liceo de Guanabacoa un discurso de elogio al violinista cubano Díaz Albertini, en el cual aludió varias veces a la Patria, la libertad y al porvenir de Cuba al expresar: "Los hijos trabajan para la madre. Para su Patria deben trabajar todos los hombres".

Ramón Blanco, presente en la velada, muy molesto dijo: "Quiero no recordar lo que yo he oído y no concebí nunca se dijera delante de mí, representante del gobierno español; voy a pensar que Martí es un loco… pero un loco peligroso".

En la Isla, previo a la nueva insurrección armada, conocida posteriormente como La Guerra Chiquita en 1879, fueron encarcelados varios líderes.

Los complotados Flor Crombet, Pedro Martínez Freire, Mayía Rodríguez, Pablo Beola y Silverio del Prado, delatados por un espía hispano que penetró el movimiento, resultaron apresados.

Igual destino sufrieron José Martí y Juan Gualberto Gómez, apresados en septiembre de 1879 y deportados a España, por lo que se frustró el levantamiento en la región occidental.

No obstante, la lucha se inició a finales de agosto en los territorios de Holguín, Santiago de Cuba, Tunas, Baracoa, Bayamo, Jiguaní, Baire y en meses posteriores se extendió a Las Villas.

Se destacaron en el reinicio de las acciones los generales José Maceo, Grave de Peralta, Serafín Sánchez, Quintín Banderas y Guillermón Moncada; así como el coronel Francisco Carrillo, entre otros muchos.

Aunque estaba prevista la llegada de los generales Antonio Maceo, Calixto García, Carlos Roloff y otras figuras destacadas para consolidar la insurrección, el Titán de Bronce no pudo arribar al país por los prejuicios de algunos jefes mambises que consideraron que su presencia favorecería las campañas de guerra de razas que hacía España contra los sublevados.

De esa falsa percepción, no escapó el propio Calixto García, quien llegó a Cuba en mayo de 1880, cuando poco pudo hacer ante las divisiones internas, el regionalismo, el racismo, la falta de recursos y sobre todo la acción pacifista del régimen peninsular.

Sin embargo, el jefe mambí sostuvo varios combates contra las tropas hispanas en los que sufrió muchas bajas y no logró unificar la dirección de toda la contienda y decidió rendirse a las autoridades en agosto de 1880. Posteriormente, lo harían los restantes jefes rebeldes, dando por concluido este intento independentista.

La experiencia que significó para José Martí su participación activa en la dirección y organización del intento de la Guerra Chiquita en la que se involucró con apenas 27 años, le significó un ensayo general imprescindible para liderar exitosamente el proceso independentista de 1895-1898.

En los 15 años que mediaron, Martí concibió un proyecto para erradicar los errores de división y caudillismo, que tuvo como plataforma al Partido Revolucionario Cubano, para dirigir en una etapa superior sobre la base de la unidad de los veteranos junto a las nuevas generaciones de “los pinos nuevos”, lo cual se hizo realidad con la Guerra Necesaria, iniciada el 24 de febrero de 1895.

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