No pude estar ahí, pero te juro que me hubiera gustado gritarles asesinos, cobardes, tiranos…Entonces me imagino entre la muchedumbre intentando que mis manos tocaran tu féretro y en silencio te haría un pacto de vida, ese que hasta hoy acompaña a miles de cubanos, que aún sin conocerte, se inspiran en tu ejemplo y defienden tu causa. Esa que te hizo imprescindible y te ubicó en el altar sagrado de la Patria.
Parece que fue ayer, pero han pasado 65 años desde aquel día en que junto a Raúl Pujol, el amigo de sueños e ideales te segaron la vida. “¡Qué monstruos! No saben la inteligencia, el carácter, la integridad, que han asesinado”, dijo entonces Fidel al conocer de tu muerte aquel 30 de julio de 1957.
“¡Qué monstruos! Se perdía al maestro normalista, al líder clandestino, la confianza del Comandante en el llano y también en la Sierra. Se perdía al amigo de Vilma, al amor de América, un apasionado bautista, y al jefe de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio, quien lideró el levantamiento armado de su ciudad natal y la vistió de olivo por vez primera.
Raúl Castro, otro amigo de combate al triunfar la Revolución expresó: “Con poco más de 20 años tenía la talla de un auténtico político, la madurez de un luchador avezado, el fogueo combativo de un veterano, la tenacidad de un hombre convencido y la valentía personal de un combatiente de la primera línea. Recto en los principios, organizado y exigente, de una modestia proverbial, valiente hasta la temeridad y de una intuición poco común, era el tipo de hombres que penetran hondo y definitivamente en el corazón del pueblo”.
Pero no solo era de hierro y fuego, además de tener una educación esmerada y una excelente voz, quienes le conocieron cuentan que era discreto, buen estudiante, responsable; que le gustaba el helado, jugar parchís, las historietas y las películas de vaqueros. Amante de la historia, las matemáticas y el inglés; la buena música, tocar el piano y el acordeón.
Vuelve otro 30 de Julio al calendario y me parece escuchar a Doña Rosario, cuando al perder a otro de sus hijos, dijo a los jóvenes del Movimiento 26 de Julio que solicitaron el cadáver: “Hagan lo que crean mejor. Frank es de ustedes”.
Parece que fue ayer, pero hoy no se escuchan sirenas ni los batistianos rondan la insurrecta Santiago; ahora tu pueblo rememora los hechos que pusieron en la calle a una ciudad rebelde que te llevó en sus brazos y te hizo inmortal.
Tu nombre, es el nombre de una generación que no te olvida; porque son miles los que salimos cada 30 de Julio al encuentro con la historia, los que recorremos la ruta hasta llegar a donde reposan tus restos y el de tantos mártires caídos por defender el mismo sueño.
Eres mi héroe favorito, y el de Lupe, Josué, David, Tere… y el de muchos Frank que no solo se honran con llevar tu nombre, también se inspiran en tu ejemplo. A ti debemos infinita gratitud, porque por tu sangre y la de tantos jóvenes caídos vinieron aires de libertad, y una Cuba de paz. Eres la fuerza de un país, ese que bien supiste honrar con tu nombre, porque eres tú, Frank País García, de Santiago su eterno guía.