Santiago de Cuba,

¡Gracias y Feliz 2023: Año 65 de la Revolución!

25 December 2022 Escrito por  Heriberto Cardoso Milanés

Cada año, como cada época, marca un momento de los pueblos, de su historia; de su ir y venir entre el conjunto de sociedades que al mismo tiempo, emergen desde el pasado y construyen su devenir con la esperanza de un mundo mejor. Esa marca puede estar plagada de recuerdos desagradables o agradables, tristes o alegres, enriquecedores o destructivos, de acuerdo a la experiencia de cada quien y su percepción de la misma, y por supuesto, sus expectativas. Aquí les van las mías.

Cierra sus puertas 2022 y aunque no queramos, miramos hacia atrás y valoramos resultados, a la luz de preguntas que en cada persona, comunidad y pueblo, pueden tener respuestas específicas y diferentes: ¿qué nos dejaron estos 12 meses en nuestras vidas y qué esperamos del año que está a punto de comenzar?

Más allá de los anhelos y logros o fracasos individuales, la mirada de conjunto nos permite reconocer  que tuvimos momentos que siguieron siendo muy difíciles, después de la pandemia de casi dos años con su secuela de ausentes y sobrevivientes quienes, no del todo, muchos aún no han recuperado totalmente su salud. Un año en que hemos tenido que permanecer alertas frente a nuevas amenazas de enfermedades como el dengue, la influenza y otras, y en el que a este verdadero azote social, se unieron otros accidentes imprevistos como la explosión del Saratoga, el incendio a los supertanqueros de Matanzas y los estragos terribles del huracán Iam en el occidente del país.

En ese saldo negativo no puede dejar de sumarse la crisis del Sistema Eléctrico Nacional, con su incontable lista de averías, accidentes operacionales, paradas por mantenimiento, originando una cadena de molestos apagones que nos agobiaron durante meses, en los que sólo recibimos entre un 30 y un 50 por ciento de la energía que debíamos consumir, fraccionadas entre apagones y alumbrones todas las noches y días que duró la afectación a lo ancho y largo de la Isla.

Y no faltarán en la lista tampoco el endémico déficit de alimentos, combustibles,  medicinas y demás recursos vitales para la existencia, negados al país desde hace más de 60 años por el criminal bloqueo norteamericano; así como la insoportable inflación que azota el bolsillo de los cubanos, disminuyendo cada vez más el poder adquisitivo de sus magros ingresos salariales o fruto de sus pensiones.

Para muchos quizás el recuento termine ahí, con más o menos agregados escapados a una síntesis, que no pretende de ninguna forma convertirse en inventario de desgracias lamentables. Frente a ello, invitamos a todos a mirar la cara opuesta,  resultado de la lucha de un pueblo resiliente, infatigable y heroico, que ha sabido levantarse ante cada golpe de sus enemigos o de la naturaleza.

Sí, felicitémonos todos, y en particular tantos héroes anónimos, por haber vencido la pandemia produciendo nuestras propias vacunas y poniendo en práctica todos los recursos técnicos, profesionales y sociales de nuestro sistema de salud.  Felicitémonos porque pudimos salvar muchas vidas y bienes en riesgo por las terribles catástrofes del Saratoga y los supertanqueros. Felicitémonos porque frente a la destrucción provocada por el ciclón nuestra solidaridad y el apoyo internacional lograron que ningún hermano de occidente se sintiera abandonado en medio de la tragedia y ya ha recuperado gran parte de su vitalidad y de los bienes dañados.

Brindemos por el milagro que significa la parcial recuperación de nuestro Sistema Eléctrico, sus ciclos de mantenimiento y reparación urgente de averías a base de heroísmo y tenacidad de los trabajadores del sector, apoyados por importantes y costosas inversiones y desvelos desde la administración central del país. Ellos nos dieron la luz tan anhelada y la energía imprescindible para que se muevan los músculos de la economía y la vida eche a andar a ritmo más acelerado.

Saludemos con júbilo, por último, cada avance en la producción, la educación, la cultura, el deporte, la ciencia, la vida social…

Dos mil veintidós nos deja entonces con ánimos victoriosos y un afán renovado de acometer tareas y retos más exigentes para 2023. Dispuestos a trabajar duro, innovar, aplicar la economía circular, exportar y aumentar la competitividad de nuestras producciones; alcanzar cotas más altas en el terreno educativo, la cultura cívica, la formación ciudadana y la comunicación social, como escuchamos decir a  nuestro presidente Miguel Díaz Canel, durante su reciente llamado desde las sesiones de la Asamblea Nacional.

Y con él exclamemos con fuerza, porque nos merecemos un año mejor y porque trabajamos para ello con mayores éxitos consolidados, más alto nivel de vida y más paz, salud y bienestar para todos:

¡GRACIAS Y FELIZ 2023, AÑO 65 DE LA REVOLUCIÓN!.

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