Con el mismo entusiasmo del primer día lidera a sus vecinos de la calle Iglesias, de esa ciudad. Tiene arrugas en su rostro pero mantiene la energía de una quinceañera, siempre sonriente, porque como dicta una frase popular cuando se hace algo con pasión, las personas no sienten el trabajo.
Para Verita, como cariñosamente la nombran sus allegados, los CDR representan su vida, pues con 22 años quedó huérfana de padre y madre y esta organización la acogió y la educó en los principios del socialismo.
Relató a la Agencia Cubana de Noticias su formación como militar y su vínculo con un centro penitenciario donde impartió clases sobre política a oficiales de la Policía Nacional Revolucionaria y a mujeres reclusas.
Verónica recordó desempeñar también la labor de secretaria, pero el quehacer en los CDR siempre la acompañó, era una necesidad de la Patria mantener activo al barrio y luchar contra la subversión interna, la contrarrevolución, la corrupción y apoyar la obra social que se desplegaba.
Fue así como participó en campañas de vacunación, trabajos voluntarios y estuvo presente cuando el Líder Histórico de la Revolución Fidel Castro se reunía con el pueblo y daba tan elocuentes discursos.
Sobre esa oportunidad, comentó sentirse alegre de poder conversar con él en más de una ocasión, sobre la función e importancia de los CDR para la vigilancia y defensa de las conquistas alcanzadas, y el desarrollo de las comunidades.
Donante de sangre desde el año 1970, para ayudar a convalecientes del terremoto en Perú, y luego en cada fecha alegórica, esta activa cederista convidaba a los vecinos a efectuar tan humano y altruista gesto.
Narró ella misma su participación cuando sucedió el catastrófico ciclón Flora, resguardando niños y ancianos en medio de la tormenta y su voluntad para repartir comida en toda la zona de Veguita de Galo, comunidad de Santiago de Cuba.
Contó cómo su barrio siempre dio el paso al frente en cada tarea, en momentos cumbres como la Revolución Energética cuando apoyó a los trabajadores sociales en la entrega de equipos electrodomésticos, mítines revolucionarios en contra del bloqueo económico, comercial y financiero, impuesto por Estados Unidos al país, y frente a acciones subversivas, además de la lucha contra el mosquito Aedes aegypti con la revisión de tanques y el control de la fumigación en cada casa.
Durante los momentos más difíciles de la COVID-19, una pandemia que estremeció al mundo, los CDR demostraron la importancia de su existencia y el verdadero funcionamiento en las comunidades, pues un grupo de cederistas estuvieron al frente de acciones puntuales para organizar colas, formar parte del servicio de mensajería para las personas vulnerables, y la vigilancia por el cumplimiento de las medidas sanitarias, afirmó.
Una vez insinuó el fin de su quehacer como dirigente, pero sus vecinos se negaron y prometieron ayudarla más con la actividad, por eso hoy cuando le preguntan si quiere culminar esta faena responde: “Si me quitan el CDR, yo me muero”.
La mayor organización de masas del país precisa más protagonismo en la base, elegir mejor a sus representantes y otorgarle un mayor rol a la juventud, solo así logrará ser eterna como lo soñó el Comandante en Jefe, sentenció.
Ahora cada vez es menos el vigor de sus fundadores, por vejez o enfermedades, por eso hay que darle la bandera a las nuevas generaciones encargadas de no dejar caer a los CDR, les corresponde ser los pilares de estos tiempos distintos en los que de manera diferente seguirán defendiendo las conquistas de la Revolución, concluyó.
Como líder natural, Verónica conversa siempre y aconseja a los más jóvenes, con el fin de educarlos como hombres de bien, una presidenta con experiencia que todavía inyecta espíritu juvenil al vecindario.