“Desde el 1 de junio se labora, sin cesar, en la reparación de la industria mientras en los campos se siembra la gramínea y se le presta las atenciones culturales a los cañaverales”, precisó
Domínguez Busto, aunque “el déficit de combustible y la tardanza en la adquisición de algunas piezas de repuesto ha provocado
reajuste en el cronograma de rehabilitación”.
En la preparación de la contienda, la dirección del país ha insistido en que “hagamos un uso eficiente de los recursos humanos, materiales y financieros y que el aprovechamiento industrial sea superior a la de la zafra 2022-2023, la más pequeña de las últimos tiempos”, agregó el directivo.
Al ingenio Palmero se debe sumar el Paquito Rosales, de San Luis, en el mes de febrero en pos de garantizar el azúcar necesario para la canasta básica familiar normada, el consumo social, así como derivados de la caña, la autosuficiencia energética y el necesario aporte, con sus respectivos turbogeneradores, al Sistema Eléctrico
Nacional.