El acto de apertura del festejo literario estuvo presidido por los integrantes del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) José Ramón Monteagudo Ruiz, primer secretario del PCC en la provincia santiaguera, y Beatriz Johnson Urrutia, miembro del Consejo de Estado y Gobernadora en el territorio, además de otros dirigentes partidistas y gubernamentales.
Coincidió el inicio de la Feria aquí con una efeméride trascendental: el Día de África, continente al que Cuba está unida por fuertes lazos de hermandad, identidad y solidaridad.
En la Sala de Arte, en el segundo piso del “Bacardí”, aconteció el inicio del festejo literario, último segmento del iniciado con carácter internacional en abril en La Habana y que ha recorrido ya las regiones occidental y central dela nación y ahora la oriental.
De entre quienes asistieron ayer a la apertura sobresalen dos personalidades de Santiago de Cuba a las que los organizadores consagraron la celebración: el escritor, poeta e investigador León Estrada, y el poeta, promotor cultural y Premio Casa de las Américas, Reynaldo García Blanco, ambos por sus seis décadas de vida.
Consérvala fiesta hoy, la misma dedicatoria desde abril en La Habana: a México, como invitado de honor, y a Luis Álvarez Álvarez, Premio Nacional de Literatura; Alberto Prieto Rozos, Premio Nacional de Ciencias Sociales, y a los aniversarios 140del poemario Ismaelillo, de José Martí; 140 de la publicación de Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde; 120 del natalicio de Nicolás Guillén y 100 de Carilda Oliver y Jesús Orta Ruiz
Aquí no pudo tener mejor inicio la Feria que la intervención central de una de las personalidades más relevantes de las letras cubanas: Teresa Melo, acabada de llegar de la Feria del Libro de Buenos Aires y de su periplo por Uruguay. Ella encabezó su pieza oratoria con un título espléndido: Fulgores y amaneceres, y dijo:
“´El hombre inventó el libro para salvar su mala memoria´, nos dejó escrito en un libro Marino Wilson Jay, el memorioso.”
Recordó Melo, que hace tres años, en la “Feria última que realizara Santiago de Cuba, todavía Marino, y Marta Rojas, Roberto Fernández Retamar, Pablo Armando Fernández, César López, Sigfredo Ariel, Ambrosio Fornet, Enrique Saínz caminaban las calles de nuestras ciudades, y los lienzos empedrados o suaves delos encuentros y los abrazos. La pandemia, y otros abismos, quisieron dejar en blanco sus espacios, pero ahora, nuevamente, estamos juntos, y tratamos de evadir los peligros de la desmemoria con páginas de libros, de sus libros”. Y sentenció la poeta:
“A ellos, y a los que no nombro o no sabemos siquiera, solo puedo decir la palabra que creo más hermosa en todas las lenguas: GRACIAS, por haber estado y habernos puesto a vivir, salvándonos, dentro de los libros; una manera también de sabernos. Gracias por darnos la memoria.”
Agregó Teresa, que ha vivido este país y esta ciudad como una casa líquida en un mundo que cambió y continúa haciéndolo, pero que no está sola en esa casa.
“Es casi un imperativo del pensamiento responsable -señaló- que sigamos enseñando qué es el libro; qué nos ofrece cuando lo abrimos y leemos, y cuánto hay que proteger ese objeto frágil materialmente, que en otras realidades compite en los supermercados con las revistas de modas, o incluso en ese mundo virtual ya inevitable entre videojuegos y mentiras, que persigue, ante otros cauces del conocimiento, igualar en chatura las preguntas que podamos hacernos sobre ese mundo nuestro.
“La maravillosa gente del Libro (y ahora lo nombro como institución) merece a todos los niveles el más grande respeto y gratitud. Con más sueños que materia, todos los días, incluso en los amargos del aislamiento, mantuvo circulando la palabra, como ahora aquí, y en toda nuestra geografía, ha sido capaz de soñar y hacer la Feria. “Hermoso símbolo de resistencia. Nadie puede arrebatarnos ese sueño creador. Agradecimiento también merecen todos los que han hecho posible los libros y la Feria: desde la presidencia de Cuba hasta la industria, pues en esta crisis global, apostar aún por compartir el valor de la palabra escrita merece reverencia.
“Gracias en todas las lenguas, incluso en aquellas que solo lo expresan con un gesto. Gracias, escritores, lectores, ciudad, país, gente. Marino Wilson también nos dijo en un libro: ´Somos porque guardamos el fulgor y el amanece´. Bienvenidos Santiago de Cuba, la infatigable. Sea la Feria del Libro”.
En la Sala de Arte del primer museo-biblioteca de Cuba, el “Bacardí” inaugurado el12 de febrero de 1899, aplaudieron las palabras de Teresa Melo invitados ilustres como el Héroe de la República de Cuba, el coronel Orlando Cardoso Villavicencio; Omar Valiño, director de la Biblioteca Nacional José Martí; la escritora Aida Bahr; también, Raulicer García Hierrezuelo, director provincial de Cultura; Gretchen Menéndez Rivas, directora del Centro Provincial del libro y la Literatura; Rodulfo Vaillant, presidente de la Uneac en el territorio, y numerosos escritores y poetas.
La ocasión sirvió para homenajear a la Tumba Francesa La Caridad de Oriente, por sus 160 años, y para entregarle a la Melo, el Premio 8 de Marzo, otorgado por la Dirección Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas, a través de Yanelis Boga Martínez, del Secretariado Provincial de la organización femenina.
Luego, el arte se impuso mediante el espectáculo artístico dirigido y conducido por Eliades Quesada y Dayron Chang, respectivamente, con talento profesional y aficionado: dúo vocal Proyecto Joven Príncipe Enano, cuarteto de declamadores del proyecto Cuenta con Nery, todos del sistema de Casas de Cultura; Vocal Adalias, el solista vocal Dionis Flamand y la agrupación de danza Alma Dance.
La 30. Feria del Libro iniciará hoy la venta de unos 400 000 ejemplares en librerías y carpas habilitadas con ese fin en las calles Enramadas y Heredia, y en otros puntos de la ciudad de Santiago de Cuba, además del programa profesional y literario, con presentaciones de títulos, conferencias e intervenciones de escritores y poetas.
