Otra vez escuchamos la voz de Fidel, enérgica, sincera y hasta profética. La historia ha demostrado con creces que la Revolución ha sido “una empresa difícil”. Nuevamente, le vimos en el otrora Ayuntamiento, muy emocionado frente a su pueblo; al pueblo de Santiago de Cuba.

Se abrió la puerta del balcón central, y un holograma nos remontó al 1.° de enero de 1984, aniversario 35 del gran día en que los mambises entraron a Santiago y en que dos importantes e imperecederos reconocimientos fueron entregados: el título honorífico de Ciudad Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo.

Primero la ovación, luego las lágrimas y la necesaria atención a las palabras del Comandante que sintetizaron el sentir de toda Cuba para su Santiago:

“¡A ti te otorgamos hoy el título de Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo, aquel insigne hijo tuyo que nos enseñó que jamás un combatiente cesa en su lucha, que jamás puede haber pactos indignos con el enemigo, que jamás nadie podrá intentar apoderarse de Cuba sin perecer en la contienda!

“Tú nos acompañaste en los días más difíciles, aquí tuvimos nuestro Moncada, nuestro 30 de Noviembre, nuestro Primero de Enero. A ti te honramos especialmente hoy, y contigo a todo nuestro pueblo, que esta noche se simboliza en ti. ¡Que siempre sean ejemplo de todos los cubanos tu heroísmo, tu patriotismo y tu espíritu revolucionario! ¡Que siempre sea la consigna heroica de nuestro pueblo lo que aquí aprendimos: Patria o Muerte!

“¡Que siempre nos espere lo que aquí conocimos aquel glorioso Primero de Enero: la victoria!

“¡Gracias, Santiago!”.

En ese sentido, y según Fidel, “no se trata de halagar demagógicamente a una localidad determinada, se trata, sencillamente, de que Santiago ha sido el baluarte más firme de la Revolución”, la que inició Carlos Manuel de Céspedes en 1868 y que triunfó el 1.° de enero de 1959, cuando proclamó, a la nación y al mundo, que esa vez los mambises entrarían a Santiago de Cuba.

De la estirpe de José María Heredia, de la familia Maceo-Grajales y de los más de 30 generales del Ejército Libertador que nacieron, tanto en la ciudad como en el territorio de la actual provincia santiaguera -una de las más pequeñas de la Isla-, está hecho este pueblo, protagonista de trascendentales eventos de nuestra historia.

Es que en Santiago y su gente están los elementos para asumir la responsabilidad de garantizar el presente y el futuro de la Patria. No fue casual que durante la Revolución de los años 30 del siglo pasado, Antonio Guiteras y sus hombres planearon bombardear el cuartel Moncada desde un avión, lo cual no se consumó y un grupo logró tomar el cuartel de San Luis. Por lo tanto, aquellos intentos libertarios nuevamente tenían en Santiago su catalizador.

Veinte años después, un grupo de jóvenes, que no podían dejar morir al Apóstol en el año de su centenario, coincidieron en que el segundo cuartel en importancia del país tenía que ser asaltado para enfrentar al tirano, quien asestó un golpe de Estado, y enterró la Constitución del 40 y cualquier esperanza de cambio, a no ser la de la lucha armada para derrocarlo.

Fue en Santiago porque, como ocurrió, el pueblo iba a colaborar. Fue en Santiago porque la Guerra Necesaria fue tronchada y José Martí, cuyos restos están en Santa Ifigenia, tenía que ser vindicado ante el monstruo en el que vivió y del que conoció sus entrañas.

Sesenta años después de aquel frustrante 1.° de enero de 1899, cuando comenzó el dominio yanqui, “se hizo la Revolución”; otros sesenta y cinco calendarios dan la certeza de que “en Santiago de Cuba y en la Sierra Maestra tendrá la Revolución sus dos mejores fortalezas”.