Para un estudiante moderno constituye una herramienta básica de aprendizaje y práctica, una biblioteca de consultas o un aula virtual donde formarse; pero, las limitaciones propias de un país pobre y cercado económicamente nos impiden priorizar grandes presupuestos para la reposición de estos medios.

La realidad fehaciente en nuestros laboratorios, claustros u organismos es que el número de equipos disponibles decrece y envejece, acortando su vida útil. Otras aristas del problema son las condiciones climáticas cubanas (altos niveles de calor y humedad), el tiempo de explotación del equipamiento y uso por múltiples usuarios.

Todo eso nos lleva a la necesidad impostergable de poseer una ejecución bien planificada del mantenimiento preventivo para estos equipos: o sea de un conjunto de acciones técnicas especializadas con el fin de prevenir posibles fallas, crear un ambiente favorable para el sistema y conservar limpias todas las partes que componen las computadoras, impresoras y otros equipos informáticos.

La práctica demuestra que el mayor número de averías que presentan los equipos es por la acumulación de polvo en los componentes internos, ya que este actúa como aislante térmico provocando que el calor generado por los dispositivos no pueda dispersarse adecuadamente y por consiguiente ocurra la paralización temporal o definitiva del medio.

La Universidad Nacional Autónoma de México sugiere que un adecuado mantenimiento, con la periodicidad de seis meses puede prolongar la vida útil del equipo en un rango de dos a tres años, rentabilizando mejor nuestras inversiones. Ahorra aproximadamente el 80 % de adquirir uno nuevo anualmente.

Estos datos, avalan la necesidad de una planificación exacta del presupuesto que el Estado cubano aprueba para estos fines;  y utilizarlo de manera correcta y sistemática. Especialistas del territorio refieren que las empresas con un adecuado programa de mantenimiento son las que menos roturas presentan en sus talleres.

Queda para nosotros, los usuarios, la obligación de evitar prácticas incorrectas e indisciplinas muy comunes, como la ingestión de alimentos o fumar cerca de los equipos, la inadecuada ventilación de los locales o la inadecuada instalación eléctrica de estos.

Entonces: ¿Estamos haciendo todo lo correcto? ¿Protegemos los recursos que el Estado nos proporciona o incluso nuestros propios equipos?