Durante todo el torneo el equipo, conformado por los planteles de las provincias de Granma y Las Tunas más uno que otro refuerzo, demostró, en superlativo, las deficiencias que tenemos en nuestros eventos domésticos. Lamentablemente para los amantes del deporte nacional lo plasmado, por los dirigidos por Carlos Martí, mostró el desfase en que se encuentra nuestro deporte nacional hasta con las ligas vecinas.

Nuevamente afrontamos los mismos problemas que nos atormentan desde hace más de 10 años. En el bateo es inexistente ofensiva que se ve fácilmente superada por un pitcheo -que si bien tiene calidad tampoco es de primer nivel mundial- pero seguimos viendo cómo nuestros bateadores no son disciplinados en el plato ni disciernen ante la calidad de los envíos y la fuerza al bate pocas veces manda la bola a la zona de seguridad.

El pitcheo poco puede hacer, pues prácticamente está obligado a blanquear a los rivales si se quiere optar por la victoria. Sigue siendo el descontrol elemento asiduo en los abridores, sin hablar del tan manido primer inning, donde la renta de carreras permitidas sube considerablemente, ya sea por desconcentración o mal calentamiento.

El fildeo, a diferencia de otras citas, también ha dejado que desear. Lo que normalmente se comportaba de forma aceptable, en esta ocasión propició que subieran al marcador contrario carreras que incluso costaron juegos. Las debilidades en el pensamiento táctico fueron evidentes, los rivales simplemente con picardía y profesionalismo a la hora de correr las bases provocaron errores y el desentendimiento de la defensa.

Los dirigidos por Martí pocas veces pusieron la velocidad en función de la ofensiva, siempre apelaron a la tan criticada, y casi en desuso, jugada del "toque de bola" para avanzar a los corredores, sin analizar otras variantes que podrían lograr mejores resultados sin regalar un out, considerando que solo contamos con 27; pocos intentos de robo de bases, a diferencia de los otros equipos que sí nos atacan en ese frente.

Los números del equipo cubano hablaron por sí solos: cinco derrotas consecutivas (una por un K.O histórico como el más abultado en toda la historia de la competencia); una agónica victoria en extra innings durante la fecha inicial y apeados de cualquier posibilidad de clasificación antes de la última fecha, elementos que dan a entender que la actuación de nuestro equipo agricultor fue muy mala.

Del desempeño solo queda su análisis y estudio profundo; valorar el porqué de estos resultados y realizar un balance de lo positivo y lo negativo, algo que a simple vista resulta evidente. Mirarnos a nosotros mismos y tratar de localizar el epicentro de los fallos.

¿Causas? Quizás en la metodología empleada; un sistema de enseñanza que ha quedado obsoleto en un deporte que no se parece en nada al que se jugaba hace 40 años; una actualización de las formas de practicarlo y enseñarlo, nutriéndose de los principales avances y aportes al juego, con apoyo en la ciencia, campo que indudablemente se ha instalado en las nuevas formas de jugar béisbol.

Cabe, entonces, la pregunta del millón: ¿La Serie del Caribe fue el presagio de lo que ocurrirá en el 5to Clásico Mundial de Béisbol? Ojalá no sea así.