El General de Ejército, Raúl Castro, ha insistido una y otra vez por desterrarla de nuestros discursos y acciones para estar apegados a la diversidad que jamás, en las condiciones de Cuba, debe socavar a la unidad.

La falsa unanimidad ha tenido como consecuencia el falso conformismo y no pocas posturas acríticas ante no pocos grandes y complejos problemas. Pero afortunadamente va siendo cosa del pasado: en la aprobación de la candidatura a diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, que el pasado domingo se realizó en las sesiones extraordinarias de las asambleas municipales, lo constaté; en la de San Luis, transmitida en vivo por la emisora Radio Majaguabo, los criterios fueron diversos y las críticas constructivas para con las propuestas emanadas de las organizaciones de masas y estudiantiles.

Allí no hubo temor a decir no estoy de acuerdo ni tampoco a afirmar, como lo hicieron Yasmín Tortoza, presidenta del Órgano y María del Carmen Pérez, delegada de circunscripción, “esta es nuestra democracia, la que defendemos y defenderemos siempre”.

Dicho todo eso, el coincidir en algunos o la totalidad de los aspectos, es un derecho individual, consagrado en la Constitución; pero cuando hablamos de la unidad del pueblo ahí sí la unanimidad se torna necesaria porque la historia muestra, con creces, que cuando esta falta, la nación perece.

El caudillismo, el regionalismo y las muchas disconformidades hicieron fracasar la Guerra de los Diez Años (1868-1878), por eso Martí reconoció que “nuestra espada no nos la quitó nadie de la mano, sino que la dejamos caer”.

Divide y vencerás es la táctica preferida de quienes aspiran a vencernos. José Martí creó el Partido Revolucionario Cubano como una especie de garante de la unidad para el triunfo de la Guerra Necesaria. El Partido Comunista de Cuba lo es hoy porque es “el digno heredero de la autoridad y la confianza ilimitada del pueblo en la Revolución y en su único Comandante en Jefe, el compañero Fidel Castro Ruz”.

El 18 de diciembre de 2010, Raúl Castro dijo: “la gran unidad que tiene nuestro pueblo, que debemos siempre cuidar como la niña de nuestros ojos, como la propia vida (…) no puede ser por decreto; más unidad tendremos, porque será del dominio de todos, si se aplican métodos absolutamente democráticos”.

Apostemos por la unidad de los cubanos, por la defensa de nuestra nacionalidad y, sobre todo, por la democracia socialista que nos preserva del imperialismo que nada bueno ha traído a la humanidad.