En las últimas noticias nacionales se habla de incremento en los niveles de contagio en varias provincias del país, que hay transmisión en más del 80% de los municipios y continúan las estadísticas de críticos, graves e ingresados, lo que quiere decir que la enfermedad está ahí, que aún corremos peligro.
Aunque el porcentaje de cubanos con el esquema de vacunación completo crece de forma exponencial e igualmente la administración de la dosis de refuerzo, eso no quiere decir que podemos ignorar el virus, pues estar vacunado puede convertir los síntomas en leves o menos peligrosos, pero seguimos conservando la capacidad de contagiar a otros, entre ellos a los vulnerables de casa como niños, embarazadas y adultos mayores, así como enfermos terminales y crónicos.
Entonces lo más sano es continuar evitando aglomeraciones, utilizando nasobuco, desinfectantes para manos y superficies de uso común, pues la prevención sigue siendo la medicina más efectiva ante el Sars Cov-2. En la medida que seamos disciplinados podremos ser más saludables y sufrir menos limitaciones en la vida cotidiana, pues en dos años ya hemos tenido bastante.
Quizás este período es una especie de recta final en la lucha contra la pandemia, posiblemente el mejor contexto para asestar el golpe definitivo, pero también es un momento peligroso, porque una economía tan diezmada por los gastos en que incurrió Cuba para luchar contra sus efectos; el impacto del bloqueo económico y comercial al que se nos somete, la crisis energética y alimentaria mundial, profundizada por el conflicto ruso-ucraniano, son factores que no podemos desligar de este asunto.
Ningún momento es bueno para enfrentar una contingencia sanitaria, sin embargo, este es particularmente complejo para agregar peso a la carga que hemos tenido que acarrear junto al Estado, entonces los invito a no confiarse, a no restar importancia a la Covid-19, a tener presente que experiencia y descuido, no pueden ser sinónimos.