
Orlando Guevara Núñez
El 24 de febrero de 1895 se inserta con luz inextinguible en la historia cubana del siglo XIX, con vigencia para los tiempos presentes y los que están por venir. Fue la demostración de que en Baraguá, el 15 de marzo de 1878, no se apagó la llama de la rebeldía, y de que, en lugar del cese de la lucha, El Zanjón fue solo una tregua para reiniciarla con mayores bríos y superiores proyecciones.
Este sentimiento latinoamericanista de José Martí está contenido en una carta por él escrita a su amigo venezolano Fausto Teodoro de Aldrey, firmada en Caracas, el 27 de julio de 1881.
En la misma epístola, el Héroe Nacional cubano expresa otras palabras muy conocidas por los cubanos y en disímiles latitudes: Deme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo.
La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida. Truécase en polvo el cráneo pensador, pero viven perpetuamente y fructifican las ideas que en él se elaboraron. Con este pensamiento martiano evocamos este 16 de enero la vida y obra del luchador revolucionario cubano Rubén Martínez Villena, fallecido en esa fecha de 1934.