La conmemoración, incluida en la III Jornada por la paz, contra el bloqueo y el terrorismo, estuvo encabezada por Fernando González Llort, presidente del ICAP,, y los representantes en Cuba de Guyana, Barbados y la República Popular Democrática de Corea, países implicados en el trágico acontecimiento, así como parte del cuerpo diplomático de la Comunidad del Caribe (Caricom) y autoridades del Partido Comunista de Cuba y del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Abdool Halim Majeed, embajador de Guyana en la mayor de las Antillas, pidió un minuto de silencio en recordación de los caídos aquel día y de las nuevas víctimas del imperialismo y el sionismo en Gaza y el Líbano, tan inocentes como aquellas 73 vidas truncadas a bordo del vuelo 455 de Cubana de Aviación.
El diplomático señaló la perversidad en la planeación de esa operación por agentes de origen cubano de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para que no hubiese sobrevivientes y con el objetivo deliberado de aterrorizar al pueblo cubano, atacar el rumbo de la Revolución y detener la ola de desarrollo que se estaba gestando en el Caribe por aquella época en los cuales, aseguró, fracasaron.
Este fin, confesó, resulta aún más macabro cuando se pierde por ello a un familiar como el caso de su hermano menor que se encontraba en el grupo de jóvenes guyaneses que viajarán a Cuba a estudiar medicina y cuyos sueños y futuros les fue arrebatado de golpe.
Denunció además que esos intentos constituyen el principal freno para el progreso de la nación antillana que por más de seis décadas ha resistido las agresiones del imperialismo estadounidense, prevaleciendo por encima de las maniobras de guerra económica y biológica y alcanzando logros monumentales que son ocultados o tergiversados por la prensa occidental.
Las acciones de criminales como Luis Posada Carriles y Orlando Bosch no tienen lugar en la historia moderna y es compromiso de las personas de bien del mundo honrar y recordar ese oscuro episodio para evitar que se vuelva a repetir, concluyó.
En la condena y en resaltar la posición solida de Cuba dentro de la comunidad caribeña, apoyada en su historia de humanismo y solidaridad, coincidieron las demás intervenciones de los representantes de las misiones diplomáticas de la zona acreditados en La Habana.
Odalys Pérez Rodríguez, hija de Wilfredo Pérez Pérez, capitán al frente de la nave siniestrada, afirmó que en el pecho de las familias no hay olvido y si la añoranza de las risas, los abrazos y de las ganas de vivir de los que no regresaron.
Destacó que aunque han 48 años continúan abiertas las heridas, grabadas dolorosamente en las entrañas de un pueblo que lloró entonces junto con ellos.
Lo último que me dejaron de mi padre fue su voz congelada en el terror y la desesperación por salvar las vidas que llevaba a bordo y es inconcebible ver el honorable nombre de Cuba en una lista de patrocinadores del terrorismo cuando los perpetradores de tan vil acto vivieron y murieron en Estados Unidos sin pagar nunca por su delito, recalcó.
Fernando González Llort apuntó que cada uno de los caídos aquel día de octubre de 1976 era un mundo de sueños y esperanzas truncados por el odio y la violencia irracional que sigue en su empeño de asfixiar al pueblo cubano con acciones y designaciones unilaterales.
El también Héroe de la República subrayó que estas maniobras están condenadas al fracaso mientras los pueblos hermanos alzan la voz para exigir el cese del genocida bloqueo, voluntad mayoritaria de la comunidad internacional que se expresa cada año durante las votaciones ante la Asamblea General de Naciones Unidas.
Resaltó de esta manera el agradecimiento con los familiares de las víctimas por el gesto de nutrir con su dolor la causa por el regreso de los cinco luchadores antiterrorista a la Patria.
Para esas 73 almas el mejor legado está en la determinación en la lucha contra el terrorismo y la inspiración para construir juntos un futuro de paz, justicia y amor, añadió.
El 6 de octubre de 1976 el vuelo 455 de Cubana de Aviación, el cual se dirigía desde la isla de Barbados a la de Jamaica, con destino final a La Habana, fue destruido tras la detonación de dos artefactos explosivos.
Como resultado del atentado perdieron la vida las 73 personas a bordo; 57 cubanos, 11 guyanenses y cinco norcoreanos.
Entre los fallecidos se encontraban los 24 miembros del equipo nacional juvenil de esgrima cubano, quienes regresaban a Cuba luego de haber ganado todas las medallas de oro en el Campeonato Centromericano y del Caribe.