Santiago de Cuba,

El poeta y la ciudad

09 September 2024 Escrito por 
El poeta Waldo Leyva Portal y como fondo, un paisaje del santiaguero barrio Tivolí con su abigarrada arquitectura, el mar (la bahía) y las montañas de la Sierra Maestra reflejados en el arte pictórico de Miguel Ángel Botalín

Hay obras literarias que por la belleza de las imágenes descritas y el simbolismo del discurso, tienen el don de anidar en la memoria popular hasta convertirse en imperecederas. Es el caso de “Para una definición de la ciudad”, de Waldo Leyva Portal.

A la policromada, musical y ondulante Santiago de Cuba, poetas, escritores, trovadores y músicos le han dedicado creaciones, para de una manera u otra, reverenciar la heroicidad, el arte, la nobleza, la rebeldía y la hospitalidad de santiagueras y santiagueros, y lo que esta urbe ha significado para Cuba.

En verdad, enumerar autores inspirados en esta localidad en el transcurso de siglos, requiere espacio… mucho espacio del que no disponemos. Pero sí pueden mencionarse algunos ejemplos: José Martí, Miguel Matamoros, Federico García Lorca, Juan Almeida Bosque, Benny Moré, Electo Silva, Ricardo Repilado, Karachi, Pedro Luis Ferrer, Roberto Valera, Harold Gramatges…

Y es evidente, que entre Waldo y Santiago de Cuba nació un gran amor. La urbe con su aureola revolucionaria y patriótica, le abrió los brazos y el corazón al poeta de Remedios, Las Villas, quien siempre estuvo vinculado aquí, a las tareas culturales, en especial a las letras y al periodismo; fundó y dirigió la revista Del Caribe; también, director-fundador del teatro universitario en la Universidad de Oriente; profesor de Estética y de Literatura Cubana e Hispanoamericana; egresado de actuación y dirección teatral…

Por motivos diversos, más de un lustro estuvo Leyva Portal sin regresar a Santiago, y el pasado julio, otro entusiasta del arte y la cultura, Suitberto Frutos, director del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, aprovechó el Festival del Caribe y trajo al poeta, quien fiel a la costumbre donó libros de su autoría a la “Elvira Cape” y se llevó un tesoro: la Llave de la Ciudad, el Escudo de la Provincia, y la Placa de Reconocimiento Heredia.

Fue ocasión, además, para recordar aquellos años intensos de las primeras décadas de la Revolución; para recorrer entre otras calles, Enramadas donde con letras metálicas, pulidas y fijadas a paredes, se muestran fragmentos de su poema a la ciudad. Y también, para hablar con él sobre dos temas: el agasajo que recibió y un aspecto poco divulgado.

“Es un honor que uno ni espera; yo ni siquiera sabía nada. Me ha sorprendido, gratamente. Mas, lo importante en este tipo de cosa es el reconocimiento del trabajo de muchos años; es un premio que yo recibo pero ahí está Cos Causse, ahí está Joel James, ahí está Rafael Soler, ahí está Luis Díaz Oduardo… ahí están todos los amigos que ya no están y que hicieron posible junto a mí -o yo junto a ellos-, hacer todo lo que hicimos por promover el desarrollo cultural de la ciudad. Recibo estos premios por ellos y para ellos”.

En otro momento de la conversación, Waldo señaló: “Casi siempre vengo al Festival. No pudo ser en los últimos años pero siempre lo tengo presente, ya que estuve desde el inicio; desde que se empezó a pensar en esa fiesta, y nos íbamos Joel y yo, caminando por las provincias, a ver los grupos y armar aquel primer festival nacional de cultura de origen caribeño. O sea, que de alguna manera estoy en las raíces, en el nacimiento de esta celebración”.

En un diálogo con Leyva Portal para rememorar épocas, es imposible dejar al margen la Columna Juvenil de Escritores y Artistas, momento estelar de la cultura cubana que Waldo ha recreado en un libro.

“Ahí está la memoria de todos esos años; incluso desde antes, porque tuve el cuidado de hablar de las cosas que se fundaron a partir de 1959 en Santiago de Cuba: el conservatorio y el Orfeón, fundados por Electo Silva; el Folclórico de Oriente, donde estuvo Pomares y un grupo de compañeros muy importantes; el Guiñol… Y también recuerdo algo para que la gente no lo olvide: el grupo Galería, de pintores e intelectuales santiagueros, que desde los años 50 estuvieron haciendo una labor trascendente por la promoción de la cultura y en defensa de la identidad de Oriente. Ellos, después del triunfo de la Revolución, sumaron su experiencia al trabajo de nosotros los jóvenes. Todo eso está ahí en el libro”.

Solté las preguntas sin introducción, y quizás hasta un tanto fuera de contexto: ¿En qué ámbito Ud. escribe Para una definición de la ciudad … qué edad Ud. tenía… cómo lo hizo?

“Yo llegué a Santiago en el año 1967, tenía 23 años. Lo escribí en el año 1969 o 1970… está por ahí. Y lo escribí porque en las clases que estábamos dando con el profesor Repilado, uno de los grandes educadores de la Universidad, él nos dio una tarea de buscar párrafos que definieran por negación, o sea: lo que se llama definición por negación. Me acuerdo que encontré de Martí, un fragmento donde él dice: poesía no es tal cosa y tal cosa, que claro: al decir ´no es´ está indicando de otra manera ´que es´. Y entonces a partir de ahí me surgió la idea y definí la ciudad por negación. Es decir: si tú no encuentras un héroe… esto y esto… Santiago no existe”.

¿Ud. recuerda quién fue la primera persona a la que leyó el poema?

“No recuerdo… en verdad que no. Porque eso lo escribí en casa de mi mujer, en Sueño. Nunca se me va a olvidar; hasta lo escribí en un papelito azul; papel… de aquel papel de cebolla ¿te acuerdas? Ahí lo escribí y lo incluí años después, como el primer poema del libro De la ciudad y sus héroes, que fue premio Uvero, un concurso en el que yo no iba a participar, lo que Miguel Ángel Botalín, alguien que fue muy importante para nosotros, para la cultura santiaguera, cubana, me insistió mucho en que tenía que participar en ese concurso, y lo mandé, y fíjate: ganó el premio el libro. Un premio muy meritorio porque el jurado eran Eliseo Diego, Roberto Fernández Retamar y Luis Suardíaz. Así que el premio me lo dieron grandes poetas, intelectuales del país”.

¿Quiere decirle algo a Santiago de Cuba?

“Que sigan siendo santiagueros; que la identidad del santiaguero es muy especial, desde el toque de la conga hasta la manera de mirar, y saludar, y abrazar; y usar el idioma con esa característica del posesivo, porque un santiaguero de verdad no te dice ´voy a coger la guagua´ sino ´voy a coger mi guagua´, y es que todo le pertenece al santiaguero”.

“Para una definición de la ciudad”

Si encuentras alguna piedra
que no haya sido lanzada contra el enemigo
si descubres una calle por donde no haya pasado
nunca un héroe
si desde el Tivolí no se ve el mar
si hay alguna ventana
que no se haya abierto nunca a las guitarras
si no encuentras ninguna puerta abierta
puedes decir entonces que Santiago no existe

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MsC Miguel Angel Gainza Chacón

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