En fecha reciente, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) publicó una evaluación exhaustiva sobre el tema, fruto del trabajo de 287 científicos –hombres y mujeres de reconocida experticia en distintas disciplinas–, procedentes de 82 países.
Los modelos de desarrollo imperantes resultan incompatibles con la preservación de la naturaleza y de la propia existencia humana, teniendo en cuenta la degradación vigente y los pronósticos de múltiples fuentes, sustentó el análisis.
Desde 1990, las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron un 1,5 % cada año; ello elevó las temperaturas e intensificó los impactos climáticos, ejemplificó el Pnuma en su informe Global Environment Outlook, Seventh Edition: A Future We Choose, emitido en diciembre de 2025.
Durante el transcurso de los últimos 20 años, los fenómenos meteorológicos extremos atribuibles al cambio climático generaron estragos por un costo estimado de 143 000 millones de dólares anuales, ilustró el documento.
Casi ocho millones de especies cohabitan en el orbe y un millón se encuentra hoy en peligro de extinción. Además, entre el 20 y el 40 % de la superficie terrestre sufre procesos de degradación, lo que afecta de manera directa a más de 3 000 millones de habitantes.
A causa de la polución, mueren cada año unos nueve millones de personas. El costo económico de los daños a la salud, solo por contaminación del aire, ascendió a unos 8,1 billones de dólares en 2019, equivalente al 6,1 % del producto interno bruto (PIB) global, reveló la pesquisa.
En opinión de los expertos, «el estado del medio ambiente empeorará drásticamente si el mundo continúa impulsando las economías bajo un modelo convencional».
Dadas las tendencias en curso, es de esperar que el incremento de la temperatura media de la Tierra rebasará los 1,5 grados Celsius (°C) por encima de los niveles preindustriales a principios de la década de 2030 y superará los 2,0 °C en el decenio de 2040, apuntó el Pnuma.
«En este escenario, el cambio climático reduciría el PIB mundial anual en un 4 % para 2050 y en un 20 % para finales de siglo», precisó el organismo de las Naciones Unidas.
Al ritmo actual, la depauperación de los suelos conducirá a la pérdida anual de tierras fértiles y productivas equivalentes al tamaño de Colombia o Etiopía; en un momento –remarcó el diagnóstico– en que el cambio climático podría reducir la disponibilidad per cápita de alimentos en un 3,4 % para 2050.
Si los patrones de producción y consumo continúan como hasta ahora, las 8 000 millones de toneladas de desechos plásticos que contaminan el planeta, seguirán acumulándose.
Ello acrecentará también los perjuicios económicos en términos de salud, estimados en 1,5 billones de dólares anuales debido a la exposición de las personas a los ingredientes tóxicos presentes en los desperdicios plásticos, fundamentó el examen.
Gobiernos, empresas y sociedades deberían incentivar el avance de las economías hacia la circularidad, la descarbonización de los sistemas energéticos, la agricultura sostenible y la restauración de ecosistemas, recomendaron los entendidos.
«El Global Environment Outlook (GEO) plantea una elección simple para la humanidad: seguir por el camino hacia un futuro devastado por el cambio climático, por la pérdida de naturaleza, por la degradación de los suelos y por la contaminación del aire, o cambiar de rumbo para asegurar un planeta saludable, personas saludables y economías saludables», sintetizó la directora ejecutiva del Pnuma, Inger Andersen
El informe propone dos sendas para evitar el colapso: la primera basada en la modificación de comportamientos para reducir el consumo material, y la segunda centrada en el desarrollo tecnológico y las mejoras en eficiencia.
Para avanzar en ambas direcciones, hacen falta «cambios radicales» en cinco áreas claves: economía y finanzas, circularidad y residuos, medio ambiente, energía y sistemas alimentarios.
Los especialistas recomiendan ir más allá del PIB hacia métricas integrales de riqueza inclusiva; valorar correctamente los bienes mediante la fijación de externalidades positivas y negativas; y eliminar y reorientar subsidios, impuestos e incentivos negativos a los fines de salvaguardar la naturaleza.
Con sustento en las ciencias, la séptima edición del informe geo no deja lugar a duda: la humanidad está cavando su propia tumba.