En el ejercicio de la labor docente se encontraba Adis Crispín Almenares de 56 años de edad, maestra de educación preescolar en la escuela primaria Ninive Dross Bataille ubicada en Calle 5ta de Marimon en Santiago de Cuba.
“Para mí es la mejor profesión del mundo, me obliga a seguir aprendiendo y creciendo, es mucho más de lo que pueda expresar en unas cuantas líneas”, me cuenta exaltada y con una expresión de orgullo en su rostro luego de una cordial presentación, - los maestros de preescolar somos los encargados del cuidado y enseñanza de grupos de niños de hasta 6 años de edad, procuramos satisfacer las necesidades de cada uno de nuestros alumnos además de velar por su seguridad y bienestar”.
Los niños necesitan estimular y desarrollar su capacidad intelectual, física y emocional en un ambiente seguro e higiénico, de cuidados y para lograrlo es necesario preparar horarios, reforzar rutinas y promover los buenos hábitos, afirmó.
Adis tiene 38 años de experiencia laboral,desde la secundaria se inclinó por ser maestra debido al amor que siente hacia los niños. Su mayor orgullo es ver como sus alumnos la recuerdan y la saludan por las calles cuando ya son médicos, ingenieros e incluso algunos también, eligieron dedicarse al magisterio. “Un maestro siempre aprende de sus estudiantes ,haciendo que ambos roles jueguen un papel fundamental en la enseñanza ,es una relación recíproca y de crecimiento mutuo”, destacó mientras organizaba detalladamente unos expedientes.
A pesar de que el hogar es la primera escuela de los niños, la formación vocacional que le brindan los maestros es imprescindible ya que entre sus principales funciones están: promover el aprendizaje en la primera infancia, facilitar la evolución del lenguaje oral e introducir el lenguaje escrito; identificar las habilidades, intereses y necesidades especiales del alumando, fomentar una correcta disciplina e intercambio con sus compañeros en el aula y la adquisición de hábitos, etc.
"Mi filosofía de enseñanza consiste en formar al niño utilizando el juego estructurado y didáctico, el apoyo en los materiales audiovisuales, además de prestar ayuda práctica en tareas como vestirse, comer, lavarse o ir al baño, siempre empleando el método de la comprensión de la mejor manera posible”, sin embargo alega que estas etapas de formación se vieron afectadas durante dos años debido a la pandemia de COVID-19 que azotaba al país, por la cual tuvieron que hacer adecuaciones curriculares que cambiaron totalmente los métodos de aprendizaje, pero ha pesar de esta difícil situación se alcanzaron los propósitos afines, agregó Adis.
Cabe resaltar que la familia debe ayudar también en el proceso educacional de sus hijos desde el hogar, a crear las pautas para su preparación, y los maestros a través de reuniones de padres, de charlas educativas y talleres los animan a lograr ese intercambio.
“La relación que tengo con mis alumnos es como la de una madre a sus hijos, amena, agradable y esta amorosa conexión es lo que permite que ellos asistan con confianza al centro escolar y tengan un mayor rendimiento académico.
Adis expresa que ser educadora es una profesión que te llena de vida, es la oportunidad de volver a vivir la escuela con ojos de adulta, rodeada de niños y niñas, es emocionarte con sus nuevos aprendizajes, crecer con sus procesos y capacidades, saber que son diferentes, únicos y especiales. Y como expresó nuestro apóstol José Martí: “Ellos son los que saben querer”.