Las calles quedaron desiertas, aquella marcha era la respuesta popular a la campaña de agresiones emprendida contra la Revolución cubana por el imperialismo.
El detonante fue la penetración por la fuerza en la embajada de Perú en La Habana de tres antisociales cubanos, quienes embistieron un ómnibus contra la cerca de la sede diplomática y a disparos asesinaron al joven custodio Pedro Ortiz Cabrera.
Pedro Ortiz Cabrera Foto: Periodico Granma
Este hecho no fue casual, sino la muestra fehaciente de la política hostil para estimular las salidas ilegales de Cuba y crear una crisis migratoria en tierra cubana. A esos incitadores las autoridades les concedieron asilo y protección, por eso el repudio de todo un pueblo.
A pocos días, el 7 de abril, en el periódico Granma fue publicado un editorial titulado: 'La posición de Cuba', y donde quedaba claro la posición del Gobierno Revolucionario. En una de sus partes refiere:
“No queremos y no necesitarnos embajadas tomadas ni embajadores secuestrados. Ni estamos dispuestos si desgraciadamente ello ocurriera a someternos a ninguna exigencia. Por eso adoptamos rigurosamente las adecuadas medidas de protección. Por eso custodiamos las embajadas. Por eso dio su joven vida el valiente soldado Pedro Ortiz Cabrera, muerto el primero de abril mientras cumplía su abnegado deber en la embajada de Perú. La Habana es sin duda una de las capitales del mundo con más seguridad para los diplomáticos. Al imperialismo le gustaría cambiar esta imagen y no estamos dispuestos a tolerarlo (...)
“Por Perú hicimos nosotros cien mil donaciones de sangre cuando el terremoto de 1970, pero no estamos dispuestos a ofrendar impunemente la sangre de un solo soldado para proteger infames delincuentes. ¡Esta es la posición de Cuba!”
En la primera Marcha del Pueblo Combatiente alzaron su voz representantes de las organizaciones de masas y personalidades de otros países latinoamericanos, reafirmando que en momentos difíciles Cuba no estaba sola. Fidel también habló a la multitud y expresó:
“Si no estamos dispuesto a desafiar los riesgos de cualquier tipo, los riesgos de agresión militar como los riesgos de su propaganda, no se puede dar respuesta adecuada al enemigo; intimidarse frente a la propaganda es como intimidarse frente a los fusiles enemigos. No hay que tener miedo a nada: eso lo hemos aprendido perfectamente durante 21 años”.
El Comandante en Jefe, además, se refirió al apoyo incuestionable que aquella concentración significaba para las ideas del socialismo.
Durante los meses de abril y mayo se sucedieron incontables mítines, actos y declaraciones de apoyo a la Revolución en los que el pueblo expresó su repudio a los instigadores.
El 17 de mayo, en todo el país se efectuaron manifestaciones de apoyo a la Revolución socialista, contra el bloqueo económico, los vuelos espías y la permanencia de la base naval de Guantánamo. Sucedió entonces la Segunda Marcha del Pueblo Combatiente en La Habana, por las ocho sendas del malecón, donde el pueblo desfiló frente a la oficina de intereses de Estados Unidos en Cuba.