El titular de Salud explicó que los estudios de vigilancia genómica realizados en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), la subvariante BA.2 ha sido la predominante en el país, aunque se ha observado un incremento de la subvariante BA.5, que ha comenzado a prevalecer sobre todo en las provincias occidentales. Hasta el momento, según sus palabras, estas formas víricas no suelen asociarse a la enfermedad grave con complicación de neumonía o dificultad respiratoria, como sí ocurría con las variantes Beta y Delta.
Los pronósticos del comportamiento de la Covid-19 en las próximas semanas, que se obtiene mediante modelos matemáticos, apuntan a una estabilidad en el control de la enfermedad, tendencia que ha logrado mantenerse en estos últimos meses gracias a la inmunización de la población con las vacunas cubanas.
Al respecto, Portal Miranda dijo que las investigaciones más recientes demuestran la necesidad de una tercera dosis de inmunógenos anticovid es la forma más eficaz para contener la propagación de ómicron y las subvariantes.
Ahora bien, el 31 de mayo pasado el MINSAP estableció el carácter opcional de la utilización de la mascarilla y frente a la situación de control que presenta el coronavirus en Cuba, se mantiene esta disposición.
Aunque hay bastante gente precavida que sigue cuidándose, la excesiva confianza de algunos raya en el absurdo: muchos viajan en vehículos de transporte público atestados, o hacen largas colas sin nasobuco; cada vez es más frecuente hallar personas con síntomas respiratorios estornudando o tosiendo sin más barrera para la saliva que las manos; por no mencionar que el distanciamiento físico es un recuerdo del pasado.
Nunca se ha dicho que sea nulo el riesgo de adquirir la Covid-19; por tanto, ante el regreso del período vacacional en condiciones de normalidad, es indispensable mantener lo que aprendimos en dos años de pandemia, y a costa de muchos enfermos y no pocos muertos.
Las medidas higiénicas, en especial el lavado/desinfección frecuente de las manos y el uso de la mascarilla, generan un nivel de protección importante frente a agentes patógenos causantes de enfermedades infecciosas.
Es obvio que las acciones de prevención no caducan. Por lo contrario, se hacen más necesarias para contribuir desde la individualidad al bienestar de todos. Por tanto, la pregunta no debiera ser si vuelve o no el nasobuco, sino hasta qué punto estamos siendo responsables con lo más valioso que puede tener una persona: la salud.