Santiago de Cuba,

Opinión

Todo el que vende algo aspira a obtener ganancia. Esta verdad de perogrullo es así, pero debe ser una ganancia razonable, sobre elementos objetivos, no de forma abusiva o especulativa, sobre todo en un país que enfrenta una situación de crisis económica como el nuestro.

Ahorro energía en viviendas, entidades económicas estatales y no estatales no se puede entender como una limitación, sino como garantía de uso sostenible de ese recurso esencial para el funcionamiento de los hogares y de la economía del país, que cuesta mucho producirlo y es subsidiada su venta sobre todo para el sector residencial.

Cuando "parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario" la Generación de jóvenes liderados por Fidel no lo permitieron. Es más, José Martí fue el autor intelectual del asalto al Moncada y eso lo dedujo el pueblo y hasta los esbirros de la tiranía.

Han transcurrido pocos días de los aniversarios 508 de la fundación de la Villa de Santiago de Cuba y el 70 del asalto al Cuartel Moncada, conmemoraciones trascendentales en la vida de los santiagueros. El primero por abrir el establecimiento de una población que poco a poco fue tejiendo su camino hacia la conformación de la nacionalidad, al tiempo de ir marcando, de generación en generación, la historia épica, que nos distingue; y lo segundo, porque fue el detonante para la definitiva conquista de la soberanía de los cubanos.

Julio finaliza y con  este el record de ser el mes más cálido registrado en el planeta. Calor sofocante hemos sentido por estos días y temperaturas como 80 grados Celsius se ha percibido en el desierto de Sonora, en China 52,2 y Estados Unidos 53,9 lo que pone en alerta a la humanidad. Las causas sin dudas son el cambio climático y la acción antropogénica.

La nación y el mundo pudieron escuchar, antes del alba del 26 de julio, las palabras de los máximos dirigentes políticos del país y de nuestra heroica Santiago: el Presidente Miguel Díaz-Canel y el primer secretario del Partido aquí, José Ramón Monteagudo Ruiz.

Podría asegurar que esa es la expresión que más se dice y escucha por estos días: ¡Qué calor! y ansiosos buscamos como refrescar; muchos se dan varios baños en el día, otros se zambullen en piscina, playas, ríos, algunos hasta cogen piso para sentir el frio y hay quienes se ponen frente a todos los ventiladores y aires acondicionados que encuentren porque realmente la sensación de calor es sofocante.

El fortalecimiento de la economía cubana es un imperativo que centra su atención en garantizar la satisfacción de las necesidades del pueblo, a partir de todas las acciones que se gestan, para transformar algunos mecanismos establecidos, y potenciar la organización y ordenamientos necesarios, al amparo de los principios de la Revolución.

Echar gran cantidad de escombros, provocando el desprendimiento del fondo de un pequeño contenedor de plástico de basura, como lo ocurrido en la acera de la iglesia de Trinidad, en Santiago de Cuba, es un “lujo” que nuestra sociedad no puede darse.

Tres acontecimientos me han movido a apelar a un género periodístico de mucho riesgo: el comentario, en tanto expone al periodista a los criterios públicos e institucionales de una manera profunda (y que puede ser definitoria) puesto que no es la noticia del “según el director, de acuerdo con, declaró a Sierra Maestra la…”. Sucede que, asombrosamente, durante la semana viví tres acontecimientos que se califican, por ese orden, en absurdo, abusivo y esperanzador.

El absurdo que daña

Con mucha premura y estando en la intersección de las avenidas de Los Desfiles y Las Américas, el lunes 12 le hice la señal de pare a un joven que conducía una motorina eléctrica, le pregunté cuánto costaba el trayecto hasta la Facultad 1 de la Universidad de Ciencias Médicas y me dijo que, por ser a mí (sin conocerme), “sale en 150 pesos”, enseguida le cuestioné el precio “es absurdo cobrar 150 pesos por algo más de 300 metros y no me vengas con lo de la escasez de gasolina, que tu moto no usa combustible”, él -visiblemente irritado- me respondió: “las baterías están carísimas, más que la gasolina, y además cuesta lo mismo el viaje en una moto que en una motorina”.

Ciertamente es la absurda verdad: un pasaje en motorina cuesta igual que en moto, aunque estas no tengan la autorización para hacerlo y, al igual que la mayoría de las motos, ejerzan la actividad de manera ilegal y desafiante.

En ese instante me acordé de una colega que, sintiéndose enferma, le pidió a un motorista que desde esa misma intersección la condujera hasta la sede de nuestro periódico y él advirtió: “son 100 pesos” -por unos pocos metros-.

Definitivamente cobrar por tramos en la transportación de pasajeros se ha desterrado, es lo mismo viajar 500 metros que 1 kilómetro, las tarifas no entienden de distancias. Hay miles de motoristas circulando en la provincia con sus impuestas e ilegales tarifas, al igual que vehículos de tracción animal y el transporte de pasajeros de manera general. Hechos como los descritos abundan y lo absurdo se ha vuelto regla y no excepción.

Lo abusivo que pocos enfrentan

Hace unos días mientras esperaba el ómnibus escuché una conversación en la que se quejaba un padre de que por desear regalarle un cake a su hija, le ofrecieron un saco de harina por la suma de 18 000 pesos. Me sumé a su indignación, ya que presumiblemente el producto era extraído de algún almacén, abusando de los necesitados.

Esa misma jornada un colega de Holguín publicaba en su perfil de Facebook: “Varios días pasaron y los panaderos ambulantes de mi comunidad no vendían porque no había materia prima. Llegó el suministro de harina para la canasta familiar y aparecieron los panaderos ambulantes. Sí, esos que supuestamente importan la harina”.

En la edición pasada nos referimos al triángulo que el Primer Ministro Manuel Marrero Cruz llamó a romper y que está “conformado por la necesidad, la posibilidad y la codicia”. Hay quienes se enriquecen aprovechándose de los recursos que, con mucho sacrificio, el país pone en sus manos; ese daño a la Revolución y a la estabilidad de la nación tiene una repercusión económica, social y política incalculable. Lo primero es denunciar, y para eso hay que ser valiente.

Venga la esperanza

Un carro perteneciente a la Empresa de Servicios Técnicos Industriales (Zeti) con la Chapa B141145, conducido por Orlando Quintana cada vez que cumple el recorrido entre las ciudades de Palma Soriano y Santiago de Cuba para en los puntos de embarque, bien para abordar a pasajeros o para explicar la causa en caso de no poder hacerlo; de esa esperanzadora actitud dan fe los Inspectores Populares del transporte y los viajeros. Este jueves trasladó a 12 personas y el ‘hasta mañana’ del chofer no faltó.

Asimismo, las demostraciones de solidaridad de los últimos días en que cientos de familias acogieron en sus viviendas a miles de santiagueros que necesitaban protección en medio de las intensas lluvias, me llenaron de satisfacción.

También el caso del campesino sanluisero Elvis Poppe Cobas, de 63 años, que “al ver que los tubos de la alcantarilla de Batardó eran arrastrados por las aguas, y sabiendo que sin estos sería imposible su reparación, enyunté a los bueyes y me aventuré, bajo agua, a rescatarlos; lo logré y ya están instalados”. Ese fue el primer paso para que, con el concurso de todos, a más de 8 000 personas que quedaron incomunicadas ahora les lleguen, por vía terrestre, los recursos y el acompañamiento necesarios.

Estas historias sacan a la luz buenas y malas acciones, las primeras merecen el reconocimiento público, porque muestran los valores del cubano: la solidaridad y el empeño común “para sacar adelante al país”; las segundas merecen el repudio y enfrentamiento porque lo abusivo, por absurdo que sea, no debe ni puede ser eterno.

En Cuba, como expresó la Contralora General, Gladys Bejerano Portela en el VI. Pleno del Partido, todo está legislado, lo que se precisa es hacerlo cumplir.

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