Si, por el contrario, lleva dentro resentimiento, odio, envidia, deseos de ver al archipiélago hundirse en el mar Caribe, entonces siga cambiando la vista –sin pena–, porque tampoco este año a la familia, al pueblo de Cuba, les dio «el deseo de bajar la parada».
Cuantitativamente, lo confirma la alegre presencia de más de cuatro millones de cubanos calle adelante, plaza arriba. Y en términos de entusiasmo, tantas iniciativas como en la época de mayores recursos: congas, tambores, trompetas, palomas, globos multicolores, carteles, imágenes…, todo ello y más, a granel.
Si conocen a alguien que asistió obligado, a punta de pistola, por favor, tráiganlo de inmediato, para tener la exclusiva nacional.
A punta de lente sí. ¡Qué manera de la gente hacerse selfies! O de pedir, humildemente, una foto a modo de recuerdo, como en Sancti Spíritus, por ejemplo, pidió el espirituano Genaro Luis Alonso Rodríguez, con su medalla de Hazaña Laboral sobre el pecho, y una certeza: «A diferencia del otro, a mí, por mi Cuba, nunca me va a tumbar la mula, y menos un 1ro. de Mayo».
No fue un día cualquiera. Hay que decirlo... en primerísimo lugar.