Santiago de Cuba,

Una de cada cuatro personas en América Latina y el Caribe no tiene acceso a agua continua y potable

28 April 2024 Escrito por  Periódico Granma

Una de cada cuatro personas en América Latina y el Caribe no tiene acceso a agua continua y potable. Esto equivale a 163 millones de personas, cifra que es más que toda la población de un país como México, y que incluye a más de 36 millones de personas de la región que no alcanzan a tener agua en sus viviendas.

Esto los obliga a recibir agua de carros tanqueros (que no siempre es potable), o a acarrearla en bidones desde riachuelos, manantiales o pozos someros (tarea que por lo general recae en las mujeres, niñas y niños).

Según el Vicepresidente Corporativo de Programación Estratégica de Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), Christian Asinelli, desde una mirada territorial son dos los grandes segmentos que carecen de agua segura: las zonas periurbanas y los territorios rurales.

Se estima que alrededor de 100 millones de personas viven en barrios informales, favelas, o asentamientos. El número es similar al de la población urbana que no tiene acceso a agua segura (106 millones de personas). Mientras que el resto de la población (57 millones) se ubica en territorios rurales.

Explicó que este problema es aún mayor en el área de saneamiento, donde una de cada dos personas no recibe un servicio de saneamiento seguro, sea porque no tiene alcantarillado (cloaca) o porque su cámara séptica o letrina no es adecuada y los lodos depositados nunca son recolectados y dispuestos en lugares ambientalmente seguros, como son las plantas de tratamiento. Ambas situaciones entran en contradicción con la declaratoria del derecho humano al agua y el saneamiento de Naciones Unidas, y con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.

Señaló, además, que en tanto el acceso a ambos servicios sea limitado, se mantendrán los efectos directos sobre la salud, con incidencia en la mortalidad infantil y en la morbilidad por enfermedades asociadas a la falta o al consumo de agua no apta.

Por otro parte, los desastres naturales son cada vez más extremos, con sequías más duraderas y mayor número e intensidad en las inundaciones debido a lluvias recurrentes. En el caso de las sequías, las pérdidas económicas directas de los últimos 20 años han significado 28 mil millones de dólares (EM-DAT, 2023) para la región, afectando a la población rural que depende del desarrollo agropecuario.

La falta de agua conlleva a aumentar la pobreza en el campo, la malnutrición y es una de las causas de las migraciones campo-ciudad.

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