Pero el Premier hace oídos sordos, y manda a sus tropas, aviación y tanques, para que, además de continuar su gran obra criminal en Gaza, realicen igual genocidio en Cisjordania.

Las intenciones del gobierno sionista parecen, esta vez, querer desviar la atención de la masacre en Gaza y, de paso, avanzar en el exterminio de la población palestina dondequiera que se encuentre, y continuar la ocupación.

En la Cisjordania ocupada se ha fortalecido el crimen contra los palestinos, y el Campo de Refugiados de Yenín es el espacio escogido para la barbarie sionista.

En toda la zona hay 19 campamentos de refugiados y el de Yenín se caracteriza, no solo por su hacinamiento con 17 000 personas en un espacio de medio kilómetro, sino también por tener una de las mayores tasas de pobreza en todo el territorio ocupado, según datos de las Naciones Unidas.

En abril de 2002, las fuerzas israelíes lanzaron una incursión a gran escala en la ciudad que duró diez días conocida como la Batalla de Yenín.

Al menos 52 palestinos murieron, unos 400 hogares fueron destruidos y una cuarta parte de la población perdió su casa.

También esa vez Israel negó la entrada de personal humanitario con medicamentos y comida, para proteger a los miles de palestinos allí refugiados.

Tras el ataque, cientos de colonos israelíes arrasaron e incendiaron casas en la cercana ciudad de Turmusaya.

Para el primer ministro palestino, Mohammad Shtayyeh, la operación israelí contra Yenín fue «un nuevo intento de destruir el campamento y desplazar a su gente».

Cisjordania es una región de 5 860 kilómetros cuadrados, delimitada al este por el río Jordán y el Mar Muerto, y al oeste, norte y sur por la llamada Línea Verde, según la demarcación que se estableció en el armisticio árabe-israelí de 1949.

El territorio es considerado «territorio ocupado», tanto por la Corte Internacional de Justicia, como por las Naciones Unidas.